Vuelve
una consigna que es un “cajón de
sastre”, donde cabe todo y que sustituye
a aquél grito de ¡proletarios!. Una
consigna puente para que los de abajo expulsen a la casta. El neolenguaje expulsa del terreno político a la ciencia de
la historia. Y como en el tercer período de la Internacional comunista se utiliza para intereses bastardos. Casta, término de la ideología fascista,
se utiliza para expulsar a los partidos de la élite (otro término de la sociología, que en los años 30 pretendió
expulsar al basurero de la historia al marxismo). Términos ideológicos que se
utilizan para no distinguir entre bases y
direcciones. Términos que recuerdan a
los años 30 cuando el estalinismo impuso la consigna del socialfascismo, para
defender que el enemigo no era el Partido nazi de Hitler, sino que el verdadero enemigo residía en la
socialdemocracia alemana (aunque hoy esa consigna sea cambiada por la
expresión: “PPPSOE la misma mierda sois”).
Son los peligros de un “populismo de izquierda”.
El marxismo, Leon Trotsky, sin embargo utilizan el término científico que por
supuesto aclara mucho mejor la situación del momento histórico que nos toca
vivir. Este término no es otro que el de burocracia válido tanto para un
análisis de los Partidos como de los sindicatos.
Lo ismo sucede con el concepto de ciudadano.
Un término de la sociología burguesa y que aparece con la Revolución Francesa. El problema reside en que no puede ser
utilizado de manera abstracta como hace determinado populismo de izquierda, que
dice que Botín es tan ciudadano como cualquier otro, o incluso mejor ya que es
un buen empresario que crea trabajo. Pero dicho populismo no dice nada de lo
que significa ser empresario en una sociedad capitalista, ya que lo
(in)justo de dicha profesión consiste “en
explotar y apropiarse de la plusvalía del trabajador”.
¿Podemos recuperar el término deciudadano? Por supuesto y es lo
que ha hecho siempre el “marxismo abierto”. Pero dándole un contenido político
real. Es decir, recuperando su sentido primigenio y republicano en la época burguesa. Un término que no puede separarse
de una democracia real y que su eje fundamental se basa: en la libertad como no- dominación y en el
derecho a tener derechos. Presupuestos que una clase burguesa senil y en
decadencia ni quiere ni puede concedernos.
Desde la postguerra y los Años
Glorioso la ciudadanía estaba
vinculada al trabajo y a la integración social. Era lo que denominábamos ciudadanía económica y social. El pacto
keynesiano institucionaliza lo que consideramos como ciudadanía social con una serie de derechos sociales y económicos.
Pero la ciudadanía es producto del
conflicto ya que no puede separarse ni de la polis ni del demos. Ya en
comienzo viene a significar le droit de
cité. No se puede concebir le citoyen
sin el demos. Pero esto supone
una relación dialéctica y conflictiva y donde más se percibió lo dicho es en la
ciudadanía social pues como dice Etienne Balibar “esta figura de la
ciudadanía representa desde el punto de vista histórico una conquista
democrática, si bien dentro de ciertos límites, que a su vez impiden de modo
paradójico una ulterior progresión, mientras que la idea de progreso le es, sin
embargo, inherente”.
Javier Méndez- Vigo Hernández
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