La
ofensiva para construir el relato que asocia yihadismo y proceso continuará.
Aquí va un ejemplo, digamos “neutral”. Este sábado, Deutsche Welle publica dos
crónicas en esa línea. En una, el mensaje es que a los musulmanes de Catalunya
les cuesta integrarse porque sufren un “conflicto de identidades” entre ser
catalanes o españoles. ¿Este “problema”, que no es privativo de los musulmanes,
motiva a alguien a atropellar a gente indiscriminadamente en La Rambla de
Barcelona? ¿Explican el “conflicto identitario” los atentados de Niza, Londres
o Estocolmo? ¿Cómo conjugarlo con el hecho de que la mayoría de los terroristas
de Barcelona y Cambrils tienen pasaporte marroquí? Todo es más complicado. El
otro mensaje es que “Catalunya necesita a España”, para combatir el terrorismo.
Se atribuye un supuesto mayor nivel de inseguridad en Catalunya al
multiculturalismo que atraviesa la política de acogida de la Generalitat y su
resistencia a construir mezquitas, además de la desconexión de los Mossos
d’Esquadra de la policía española en tareas antiterroristas. Son los mismos
Mossos que han evitado una segunda masacre en Cambrils y han matado o detenido
a 12 de los 13 terroristas implicados. Una prueba del sentido común de la
ciudadanía catalana es que en la concentración de Plaça de Catalunya no había
esteladas. Se puede comprobar en cualquier fotografía y vídeo del
acontecimiento. Ni se gritó contra el Rey o Rajoy, ni se hicieron recorrer consignas
independentistas. La gente sabe de qué va. No va del proceso. Difícilmente se
dejarían utilizar. El movimiento independentista podía haberse aprovechado,
como hizo con la huelga de El Prat. Nada. No lo hizo. Es la lucha contra el
terror aquí no cabe ningún sentimiento independentista, más cuando toda Europa
padece de la misma endemia.
La
mayoría de los atentados yihadistas en Europa los han cometido ciudadanos
europeos. Las propuestas de cerrar las fronteras son inútiles. Es un hagamos
algo porque no sabemos qué hacer. Son inútiles porque los terroristas no vienen
de fuera, están dentro, han nacido aquí. Son belgas, franceses, británicos,
españoles. No viajan en patera ni saltan vallas, porque entran por los
aeropuertos con su pasaporte, como usted y como yo. l objetivo del terror es
aterrorizar, generar un pánico indiscriminado que anule la capacidad colectiva
de pensar. Toda reacción desde las tripas representa una victoria porque nos
iguala. Logra que todos, víctimas y verdugos, estemos juntos en un mismo
espacio emocional. De ahí la importancia del No tinc por. No solo es una
declaración –no tenemos miedo–, es un grito que refuerza la pertenencia, nos
ayuda a sentir que no estamos solos. Somos parte de una comunidad que no se
rinde, que está dispuesta a la resistencia. Para vencer es necesario aceptar
que nos enfrentamos a personas inteligentes que tienen un plan y unas razones.
Atacan a nuestros civiles porque sienten que nosotros bombardeamos a los suyos.
Atentan porque sienten que atentamos contra sus países. Es necesario enfrentar
su narrativa con otra narrativa. No bastan las declaraciones pomposas, por lo
general, huecas. Las empresas europeas del sector vendieron en 2016 armas por
valor de 80.000 millones de euros. De esa cantidad, 25.000 millones proceden de
ventas a Arabia Saudí, que apenas tiene 30 millones de habitantes. España
vendió a Riad por valor de 116 millones de euros, de los que 34,7 fueron en
municiones. Arabia Saudí es uno de nuestros grandes socios no importa quién
esté en la Moncloa. Gran parte de esas armas y municiones sirven para matar
personas en Yemen y Siria. No somos inocentes.
Para el universo salafista, del que surgen Al
Qaeda y Estado Islámico, España pertenece a la coalición que libra una guerra
contra el islam. José María Aznar nos puso en el mapa con su foto en las
Azores. Es increíble que el hombrecillo insufrible tenga la indecencia de
seguir dando consejos en lugar de pedir perdón e irse de una vez a su casa.
España ha tenido tropas en Irak y en Afganistán, y mantiene instructores en
Irak. Somos parte de “los cruzados”. Nuestro aliado es nuestro problema. Los
saudíes son tanto los pirómanos como los bomberos. Promueven una forma muy
tóxica del islam y traza una línea estricta entre un pequeño grupo de
auténticos creyentes y todos los demás, musulmanes y no musulmanes. Se sabe que
2.500 saudíes han acudido a la llamada del ISIS para combatir en sus filas en
Siria, el mayor número de reclutamiento extranjero para los yihadistas allí
después de Túnez. Un informe de los servicios de inteligencia alemanes filtrado
en diciembre de 2016 llegaba a conclusiones similares sobre la financiación del
extremismo y situaba su origen en Arabia Saudí, Qatar y Kuwait. Salafismo no es
necesariamente sinónimo de yihadismo o de apoyo a la violencia, pero todos los
yihadistas aceptan los principios salafistas. El pluralismo, la tolerancia
hacia otros musulmanes de convicciones religiosas más heterodoxas y la
aceptación de los progresos de la ciencia son considerados anatema por los
yihadistas, y también por los predicadores promovidos por el dinero saudí. Y
quienes mejor aprecian la diferencia son los propios musulmanes. Los yihadistas
del ISIS adoptaron los manuales religiosos oficiales que Arabia Saudí reparte
en su sistema educativo. Nuestro propio comercio y su dependencia es el origen
de este mal llamado “Terrorismo”. Los tiempos de las cruzadas pasaron a la
Historia
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