Vamos por partes.
Aclarando cosas: en el campo una cosa es el agricultor y otra el jornalero. El
agricultor es propietario de la tierra, el jornalero es el que la trabaja por
un jornal y en la mayoría de los casos es explotado por el agricultor. Lo
concreto porque hay mucha “confusión” últimamente al respecto. Claro está que
hay agricultores más grandes y más pequeños, y que no todos son iguales, los
hay con pequeñas propiedades, que prácticamente son trabajadores también, pero
diferenciemos las cosas para no mezclar ni confundir. En
el campo para quien no lo sepa, o para quien lo olvide consciente o
inconscientemente, el trabajador cobra según convenio, un convenio que por lo
general no se respeta por el agricultor, y lo que sube es muy poco, bastante
poco, que de por sí hay que decirlo hace años que dichos convenios son muy
bajos para cómo se trabaja hoy día en el campo y para lo que sube el nivel de
vida hoy día. El enemigo en este caso no es el jornalero, que es un afectado
más, y donde realiza el primer recorte el agricultor cuando no le pagan lo que
deben pagarle, por lo que es el más afectado, dado que depende del sudor de su
frente, de sus manos, su jornal y también del precio del producto. Cuando el
agricultor obtiene más beneficios obviamente no lo reparte entre los
jornaleros, pero por el contrario sí es común, que cuando no le pagan los
precios en condiciones, estos agricultores paguen menos a los jornaleros. Lo
cito porque son hechos reales que pasan con total impunidad.
Estas manifestaciones
están organizadas y dirigidas por la oligarquía terrateniente y parasitaria.
Esa misma que elimina generalmente cultivos sociales o mecaniza al máximo los
que deberían serlo (viñedos, olivares, etc.) con el objetivo de reducir al
máximo los costes laborales, destruyendo todos los puestos de trabajo posibles.
Son los terratenientes que incumplen la ya precaria legislación laboral para
los jornaleros, firmando menos jornadas que las realmente trabajadas y pagando
un salario por debajo del acordado en el convenio del campo. Son los que
esclavizan a los trabajadores inmigrantes y los condenan a condiciones de vida
que harían envidiar a los animales. Los que alardean de sus grandes cortijos y
de sus enormes tractores de decenas de miles de euros, que pasea de manera indecente en esas
manifestaciones.
Estos son los que se
llevan el 80% de las subvenciones de la Unión Europea, que legisla para que
esto sea así. Son los que han ido acumulando las tierras de los campesinos que
no pueden sobrevivir con sus pequeñas explotaciones. Desgraciadamente, estos
campesinos los siguen porque les han hecho creer que sus intereses son los
mismos. Realmente son contrapuestos. Las subvenciones de la abyecta UE a la
superficie en vez de a la producción van encaminadas a que sean los
terratenientes con grandes superficies poco o nada productivas los que se
lleven la casi totalidad de estas. Al final, los campesinos se van arruinando y
sus tierras van a parar a esos terratenientes, cada vez con más tierras y cada
vez más ricos. Son ellos y no otros los que sufren la especulación de los
precios por parte de las grandes empresas distribuidoras que tienen el poder de
fijar los precios a su antojo. Pero eso es el capitalismo, que no tiene
absolutamente nada de “libre mercado”.
Como os he comentado
no se puede meter en el “mismo saco” a los terratenientes, minifundista y a los
jornaleros. Realmente este crisis de la agricultura en parte está auspiciada
por los grandes terratenientes que son a su vez propietarios de las grandes
cadenas de distribución de sus productos agrícolas. Los minifundistas son los
grandes perjudicados de estos precios de mercados pues ellos si que no
controlan las grandes cadenas de distribución y el jornalero es el nuevo esclavo
del siglo XXI.
Esta es la realidad
que recorre hoy en día esta de nuestra “Piel
de toro”.
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