Los salarios bajos,
mientras los empresarios siguen obteniendo importantes ganancias sin hacer una distribución de la riqueza obtenida entre sus propios trabajadores. Explotación
desmedida y, gula financiera y
económica. Los medios privados, algunos
disfrazados de medios que representan a sectores de izquierda de la
población, siguen la estela de
la impunidad empresarial,
empujando a un sector de la población
a la “radicalización” que luego muy bien se encargarán de
criticar. Ellos, ese empresariado avaro, egoísta e indiferente, alimentan el crecimiento de
masas que apuestan por partidos que sean más coherentes entre lo que dicen, lo que practican y lo que hacen, aunque mientan. Es una ecuación
sencilla, la desaforada avaricia de las empresas produce malestar. Así mismo llamar
radicales a partidos que tienen representación democrática en el
parlamento, es doblar las palabras,
cambiar el sentido de las mismas y generar confusión. Ni siquiera son
eufemismos. Es mentira. Otra cosa es que cambiemos el idioma y
ampliemos la significación
de la palabra
“radical”. Porque por “radical”
entendemos el terrorismo, o actitudes
cercanas a hechos violentos,
trágicos, pero no se puede establecer por “radical” a partidos que representan
a unos cuantos millones de personas. La pregunta es; ¿por qué esos millones de personas se refugian en esos partidos? Y la
respuesta es sencilla, porque los
partidos tradicionales tienen las manos
sucias de haber engañado al pueblo, y además haber beneficiado a los amiguetes, banca, Ibex35 y como broche de oro, tienen
entre sus filas, -a los que
además defienden-, personas
que se han enriquecido usando
sus puestos de
funcionarios para mordidas
y negocios familiares, aunque hay
una esperanza que las bases de algunos partidos cambien las cabezas dirigentes
y realmente vuelvan a ser de izquierdas. Bancos que compran otros bancos, en
una desmedida ambición de crecimiento con la anuencia y el apoyo del
estado, generando el descabello de los trabajadores futuros parados
para mantener la mano de obra barata, y sin tomar en cuenta que quizás hay ciudadanos que no
quieren tener cuenta en determinados bancos
de los que se han sentido estafados. Pero al ciudadano
no se lo toma en cuenta. Empresas que
siguen teniendo importantes ganancias pero que
siguen pagando salarios bajos a sus empleados, con la indulgencia del
estado que nada hace por ejercer
alguna presión para dignificar el
salario de la gente. Solo livianos consejos que no sirven para nada.
Los clasistas
menosprecian y tratan de humillar a cualquiera que desde los barrios populares
alcance lugares que creen reservados a los de su estirpe por nacimiento y
origen. Atacan de manera furibunda a cualquiera que se haya esforzado de
verdad. El que ha tenido una vida fácil, acomodada, privilegiada, no soporta
que un elemento extraño de la plebe alcance con muchos más sacrificios el mismo
sitio que ellos ocupan por razón social. No toleran que alguien del estrato
social más bajo y sin capital social ni económico cuestione su posición
heredada y quite el lugar que algunos tienen asegurado vía sanguínea o dotada
por un conocido del colegio de la “elite”. El dinero importa, pero no tanto
como esa red social tejida a lo largo de la historia en la que unas pocas
familias ocupan los lugares de preponderancia a costa de cortar el paso a los
que valen mucho más pero no tienen amigos, conocidos o familia en los puestos
de decisión. Los primeros artículos sobre el mileurismo probablemente fueron
escritos por periodistas a los que les parecía inconcebible que alguien (¡quizá
sus propios hijos!) cobrasen tan poco a pesar de todo su esfuerzo. A medida que
el término se popularizó, muchos empezaron a admitir sin complejos que ellos
también lo eran. El listón ha ido bajando tanto que, en algún momento de esta
última década, aquello que parecía una lamentable excepción ha terminado
convirtiéndose en deseable. No son ni una ni dos las veces que en los últimos
años he oído hablar de una paga de 1.000 euros mensuales (¡brutos!) como “un
buen sueldo”. Que el gobierno rescate a la banca, no pasa nada, pero que el
salario mínimo suba a más de 1000€, sí que es un escándalo, para los bien pensantes
clasistas, Nos quieren mantener con los salarios bajos, yo diría salarios de
hambre, es la forma de mantener (para ellos) a un pueblo sumiso. Ya basta, es
hora de salir de esta cueva donde nos tienen encerrados Es hora de reivindicar
todos nuestros derechos que han sido arrebatados. Es hora de la LUCHA DE CLASE
PUES que estaría muy bien que este pensamiento calara en mucha mas gente , y la masa trabajadora se levantara y dijera basta de explotación, queremos que nuestro trabajo, nos de para vivir.
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