¿Acaba de ganar para
su PSOE un millón de votos, o dos? ¿Cuántos le ha quitado a Podemos con el arma
de feminización masiva en que ha convertido al Gobierno? Atención a las
próximas encuestas. Además, frente al autoritarismo formalista en las maneras
de Rajoy, casi ha parecido que hasta el periodismo participaba en esta
selección de personal, consiguiendo incluso colocar a uno de los suyos. Sánchez
puede aprobar una serie de medidas populares que le permitan ampliar su zona de
confort entre el electorado. Temas como la derogación parcial de la Ley
Mordaza; la revisión de los aspectos más lesivos de la reforma laboral del PP;
la actualización de las pensiones con arreglo al IPC; la legalización de la
eutanasia; mejoras en las políticas de igualdad y dependencia; y otros asuntos
de semejante talante que no “cuesten dinero” permitirán a Sánchez aumentar su
crédito entre la ciudadanía para mitigar envites desestabilizadores a corto
plazo.
La agenda del olvido
de actores políticos de izquierda (Unidos Podemos) y agentes sociales (CCOO y
UGT), comprometidos con el “váyase señor Rajoy”. La centrales sindicales, que
protagonizaron una huelga general contra la reforma del mercado de trabajo
decretada por Zapatero (pactaron la de las pensiones) ya han insinuado que no
piensan tomar medidas drásticas en ese terreno. Se contentaran con meros
retoques sin sacar los pies del tiesto como manda el manual del consenso. En
ese marco el papel más incómodo le corresponde al partido morado, el único en
proclamar su apoyo incondicional a la moción de censura. Otra coincidencia con
lo ocurrido en la Primera Transición. Donde el PCE sufrió una opa amistosa
(fuego cruzado) del felipismo que derivaría en una decisiva migración de
militantes, cuadros y votantes desde las filas del carrillismo hacia el
emergente PSOE. Una espada de Damocles difícil de
esquivar para Pablo Iglesias si la “era Sánchez” se afianza como Segunda
Transición, dado que buena parte del capital político de Podemos proviene de
socialistas desamparados. De activarse esa hipótesis, el pablismo se
encontraría ante un dilema envenenado habida cuenta de su incondicionalidad de
origen.
¿Qué puede ayudar
esto a la clase trabajadora de este País? Cuando la realidad nos dice que la
verdadera situación de urgencia la padecen las 12.000.000 de personas que viven
en la pobreza o en su umbral, los millones de trabajadores y trabajadoras
pobres que no llegan a fin de mes con salarios de miseria, la juventud
condenada a emigrar y a ser sobreexplotada en el extranjero o los 64.000 nuevos
parados de este pasado Abril y las mujeres doblemente oprimidas…
Hay un cuerpo
político por encima de la gente con escaso interés real por distribuir el poder
en la sociedad. Su interés está concentrado en capturar electoralmente a la
ciudadanía En sentido contrario, el socialismo de hoy debe procurar la
institucionalización de mecanismos de mediación entre sociedad y política, lo
que pasa por crear amplios espacios de participación ciudadana. Facilitar esta
participación en la formación de voluntades de gobierno, en lo local, en lo
regional y en lo estatal. Justamente, la participación ciudadana es lo que hace
que cada vez más la vida política refleje los intereses, proyectos y opciones
de la ciudadanía, y no de los grupos instalados en su interior, como ahora
sucede. Uno de los grandes retos del socialismo es el de la relación entre
leyes y democracia. Esta última, es fuente de leyes que deben ser respetadas a
fin de que la sociedad funcione de acuerdo con unas reglas de juego adoptadas.
Pero el Estado de Derecho debe rendir cuentas al Estado Democrático, cuando las
leyes vigentes no están preparadas para resolver conflictos. Es entonces cuando
la democracia debe disponer los cambios legales que se necesiten para una vida en
sociedad. El socialismo no debe caer en la trampa del liberalismo de
atrincherar la realidad en una camisa de fuerza tejida por leyes inmutables.
Para la derecha la prioridad es lograr la obediencia de la ciudadanía, pero
para el socialismo debe ser lo contrario: debe impulsar una ciudadanía crítica,
el socialismo debe ser hoy una fuerza social y política por democratizar la
democracia. Una democracia de ventanas abiertas, que permita una buena
ventilación en la sociedad, frente a la democracia delegativa, frente a la
democracia minimalista o restrictiva, frente a la democracia únicamente
procedimental (para elegir gobiernos).
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