Ya han pasados la gota fría ha dejado en
nuestra comarca un mar de agua, empieza el frio mientras el año agoniza. Aunque
realmente la sensación de frio es más
cuando nos acercamos a la población y nos encontramos con el perfil de la pobreza.
El programa de Fondo de Ayuda Europea (FEAD)
financia medidas de los países de la Unión Europea para proporcionar asistencia
material a los más necesitados. En el marco del programa 2018 para las personas
más favorecidas en España han destinado más de 91 millones y medio de kilos en
alimentos. Se han presentado las conclusiones del impacto del Fondo y los datos
evaluados revelan que el 36% de las personas beneficiarias llevan entre 3 y 5
años o más en el programa, lo que apunta hacia la cronificación de las
situaciones de pobreza y carencia material. Las principales conclusiones del
estudio reflejan que el 90,2% de las personas beneficiarias del programa FEAD
se encuentran en situación de pobreza extrema. España es, además, el país de
Europa donde más crecen las desigualdades.
Según los datos aportados en la investigación,
el 71% de las personas beneficiarias son mujeres, en 3 de cada 4 hogares hay
niños menores de 15 años y en el 16% hay personas con discapacidad. La
población atendida presenta problemáticas en múltiples ámbitos: escasez de
ingresos, desempleo, problemas de vivienda o de salud, entre otros. El 90,2%
vive en situación de pobreza extrema y el 52,4% está en paro de larga duración.
Aun así, no es solo la falta de trabajo sino también la precariedad laboral,
habiendo personas que trabajan y que necesitan del programa. Estos datos
muestran que las personas y familias beneficiarias del Programa FEAD presentan
condiciones socioeconómicas y ocupacionales extremadamente precarias. El 36%
lleva entre 3 y 5 años o más en el programa, lo que apunta el riesgo de
cronificación de las situaciones de pobreza y carencia material.
Las organizaciones asociadas de distribución,
Cruz Roja Española y la Federación de Bancos de Alimentos (FESBAL), designadas
por el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), se han encargado de que las
cestas de alimentos lleguen a unas 5.600 organizaciones asociadas de reparto
que atienden a las personas, cuya situación económica o familiar de necesidad,
les impide adquirir alimentos de forma regular.
Y ello partiendo de un “supuesto estado del
bienestar”, donde unos de los culpable es la crisis que se ha generado desde la
izquierda. La crisis de la izquierda dio lugar a la “grupusculización”, lo que
algunos llamarán “la sopa de siglas” También lo fue su “impaciencia
revolucionaria”. Esta venía motivada por un mundo en el que el despilfarro y la
geografía del hambre, se complementaban en una época en la que la información
(como la causada por el genocidio en Vietnam), llegaba como una acusación desde
los medios inadvertidos. El “gauchisme” se divide en tres grandes corrientes,
derivadas a su vez de tres tradiciones en crisis: la anarquista, la marxista
leninista y la trotskista que vienen acompañada por debates hiperpolitizados.
Eso implica que el socialismo militante la tarea de comenzar de nuevo y empezar
la lucha desde la posiciones de los más desfavorecidos.
Hoy soplan
malos vientos para eso de poder hablar y escribir, transmitiendo pensamientos,
al amparo de las libertades individuales, que hace algo más de dos siglos
otorgó, como tantas otras, la revolución burguesa, cuando sus promotores se
hicieron con el poder. Es un hecho fácilmente contrastado que la libertad de
expresarse camina sin rumbo y responde a las circunstancias del lugar y del
momento. En esta situación de deriva hay que tener en cuenta dos factores. Por
un lado, el capitalismo se pronuncia abiertamente en favor de la libertad de
expresión en el plano publicitario porque le favorece, sigue con que eso de que
la libertad no solamente es un derecho, sino una realidad, aunque sea de
pacotilla, simplemente porque así se vende mucho mejor la mercancía y se excita
el ánimo consumista. Por otra, los que ejercen el poder político vienen a decir
lo mismo, pero cierran el grifo de las libertades en cuanto el ciudadano,
creyendo en ese derecho y haciendo uso del mismo en cualquiera de sus formas,
hiere la sensibilidad del gobernante o de algún grupo significativo, es decir,
discrepa de la doctrina oficial o de las creencias impuestas por decreto y
afecta a sus intereses. “No solo de pan vive el hombre” también tenemos que
alimentar el “intelecto” Y ya es hora de calmar el hambre de alimentos como
saciarnos intelectualmente de unas ideas que nos hagan evolucionar como seres
humanos.
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