Pero
esta es la ocasión, porque el capital tiene la sartén por el mango. De nuevo,
debemos aprender de una historia que ha repetido hasta la saciedad que ningún
progreso social importante se ha conquistado sin la presión de los de abajo
contra los de arriba, traduzca ustedes ambos sexos. Conseguir que las mujeres
pudieran votar fue un proceso largo y plagado de movilizaciones contra unos
poderes políticos que se resistían en todas partes, monopolizados por los
hombres. En España tuvo que caer, antes, una monarquía. En cambio, en Suiza,
faro mundial de la democracia participativa, dado que en los referéndums para
cambiar las leyes importantes solo votaban los hombres y las mujeres no
reivindicaron ese derecho esencial con suficiente ahínco, el voto femenino no
llegó hasta 1971. Paradojas de la vida a favor de España, contra el que
nuestros propios asesinos se revolvieron un 18 de julio de 1936. (Eso es otra
historia).
En
toda crisis se producen desajustes entre, por una parte, lo que la sociedad
necesita para mantener el equilibrio existente y, por otra, la capacidad de los
representantes y gestores que esa misma sociedad elige. Por poner un ejemplo
real, si el Congreso salido de las urnas del 20N de 2011, con la victoria del
PP, hubiera sido el mejor resultado en medio de la crisis económica, no habrían
aparecido después partidos emergentes a izquierda y derecha y se hubiera
mantenido el bipartidismo de costumbre. Ahora es fácil sacar esta conclusión,
pero se veía venir desde el momento en que para que el PP consiguiera aquella
mayoría absoluta, no en votos sino parlamentaria, fueron mucho más importantes
los más de 4.000.000 que dejaron de votar al PSOE que no los 600.000 que ganó
el PP, en ambos casos respecto de las elecciones de 2008. Hoy en España estamos
acudiendo al ninguneo de la moral colectiva, imponiéndose, a tropezones, ese
cúmulo de ideas que el Partido Popular quiere que aceptemos: El que la mayor
libertad individual siempre ha supuesto el éxito de toda la sociedad y, que es
la misma sociedad – no el Estado – la que regula sus reglas, permitiendo que
sean los más aptos quienes se beneficien de ellas. Los españoles estamos
asistiendo, desconcertados, a una lucha infantil y perversa de la derecha por
el poder, quieren convencer al mundo que la mejor sociedad no es la de
izquierdas sino la de derechas, que los corruptos contaminadores están y
siempre han venido de Venezuela, Cuba o Rusia, olvidando rápidamente cuando
Rajoy le decía a Bárcenas “Luís sé Fuerte”. A estos nuevos chamanes de la
política española les importa poco el que estén llevando a pensar que España es
un país lleno de porquería, ahí está otro ejemplo de Casado asegurándole al
presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Junker, que España es un
desastre.
Según
el Ministerio de Economía, la Deuda pública de España en el primer Trimestres del
2018 alcanzó el techo estratosférico del 98,8 % del PIB nacional, (1,162 Billones
€), lo que representa un crecimiento imparable desde el 2005 cuando la Deuda
rondaba el 42% del PIB nacional (casi 400.000 millones de €), cifra
desorbitante que podría actuar como espoleta de una metástasis recesiva en la
economía española. Además, el Instituto Nacional de Estadística (INE) prevé que
el país pierda un millón de habitantes en la próxima década, una tendencia que
va a empeorar a medida que la generación del babi-boom comience a fallecer, dibujándose
un escenario insostenible para el 2021 en que la “tasa de dependencia” según el
INE, crecerá en un 57%. Ello supone que habrá seis personas inactivas ya sea
jubilados, parados o estudiantes por cada persona activa lo que podría
conllevar el colapso de la Seguridad Social en el horizonte del 2.021. El
milagro económico del paraíso neoliberal de Rajoy (reducción de la tasa del
paro del 23,5% al 16%), tendría como efectos colaterales el incremento
desmesurado del trabajo precario en España (más de 6 millones de personas), la
desaparición del mito del puesto de trabajo vitalicio ( tasa del 90% de
contratación parcial) y progresiva pérdida de poder adquisitivo de asalariados
y pensionistas pues según el FMI “el ajuste económico español se habría
producido mediante la caída de la producción y el incremento del paro, pero
insuficiente en el lado de los salarios hasta fechas recientes”. Además, de
seguir obviando la inversión en I+D+i, España podría convertirse en la próxima
década en un país tercermundista a nivel de investigación e innovación,
condenado a comprar patentes extranjeras y producir productos de bajo perfil
tecnológico que requieran mano de obra de escasa o nula cualificación y
fácilmente explotable, con salarios mínimos por debajo de los seiscientos euros.
Para
que la burguesía pueda hacer alarde de una prosperidad insolente, millones de
trabajadores sufren el deterioro de la explotación, el desempleo y condiciones
de vida cada vez más precarias. Pero es toda la sociedad la que paga el precio
de una degradación general de la vida social…
esperando la próxima catástrofe financiera que amenaza con una crisis
peor que la de 2008…
Impedir
a este sistema irracional e incontrolable arrastrar a toda la sociedad en su
hundimiento es una necesidad. La única clase social que tiene la fuerza de
derribar el poder de la burguesía y de expropiar al gran capital es la clase de
los explotados. No hay otro remedio para salvar la sociedad de la enfermedad
del capitalismo. Estamos a las puertas de unas elecciones locales y autonómicas,
unos ayuntamientos y autonomía administrados desde la izquierda se daría un
vuelco a la “Piel de Toro”. Ya es hora amig@s que pongáis vuestro voto a
trabajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario