jueves, 9 de mayo de 2013

EL DERECHO A LA EXISTENCIA




“Y vosotros, los ricos, llorad con fuertes gemidos por las desventuras que os van a sobreveniros. Vuestra riqueza se ha podrido y vuestros vestidos se han apolillado. Vuestro oro y vuestra plata se ha puesto se han hecho roñosos, y su roña será un testimonio en contra vuestra y devorará vuestra carne con fuego” [Carta de Santiago. Nuevo Testamento]

En la década de los 90 del siglo pasado la burguesía se creía triunfante, gracias a la derrota del stalinismo. Un gran mercado se abría ante el horizonte y grandes extensiones de materias primas por conquistar. Consiguieron llevar a buen puerto una expropiación forzosa de la propiedad colectiva. Al mismo tiempo que ocurría lo dicho, se expulsaba a millones de personas de las fábricas de aquellos países. Creaban un imponente  “ejército de reserva” para chantajear al movimiento obrero de las metrópolis occidentales.
Por aquella misma época, al no haber enemigo, la burguesía occidental aceleró la unificación [capitalista] de Europa y la creación de leyes nuevas que permitiría el gran asalto al Estado de Bienestar  europeo. Pero los paraísos no existen y el capitalismo cayó en una crisis de la cual ni ellos mismos saben cuando se saldrá. La crisis europea no puede entenderse si no comprendemos que no es más una parte más de una crisis mundial. Es más, desde una perspectiva  marxista podemos afirmar que la Unión Europea es uno de sus epicentros y que se ha convertido en una lucha entre el núcleo duro del Norte y de la periferia del Sur.

Adiós al paraíso

El Estado de Bienestar está moribundo, y el núcleo duro del Norte de Europa quiere enterrarlo. No volverá y si vuelve estará completamente devaluado. El pacto de postguerra (pacto keynesiano) ya no es necesario para la burguesía europea. Y ya desde la década de los 80 se encargaron de dinamitarlo. Hace días enteraron en Londres a la  “Dama de hierro”. Fue enterrada con todos los honores. Y mientras tanto el Movimiento obrero inglés (en particular los mineros) la despidió  “en guerra”. Aquella fue la que destruyó la sociedad (y si volviéramos a ver la película  “Lloviendo piedras” de Ken Loach, entenderíamos lo que está sucediendo en el Mediterráneo).
Hoy anuncian nuevos recortes. Hoy hay que decir al gran proyecto social del Gobierno socialdemócrata de Zapatero: un recorte de más de 900 millones de € a la Ley de la Dependencia. Ley que debía convertirse en un pilar fundamental del Estado de bienestar en el Reino de España. Y a esto se le añade un recorte de más de 2000 millones de € en la Sanidad Pública.
Un Reino de España que abrazó la democracia construyendo un Estado de bienestar ya débil, al salir de un Estado dictatorial y autárquico. Un EB con una serie de derechos que costaron conquistar, que no fue ningún tipo de regalo. Pero para este capitalismo senil y bárbaro ya no es necesario el pacto keynesiano. Ni siquiera es importante que el movimiento obrero tenga conciencia. Necesitan un mundo de miserables.
El paraíso del capitalismo del bienestar residía en un movimiento obrero que tuviera una  “vida decente”, que no quedara desamparado ante la incertidumbre. El obrero tenía un “salario diferido” gracias al cual tenía derecho al desempleo, a la sanidad y a la jubilación. Todo esto en espacio de 30 años ha ido desapareciendo y estamos a las puertas del último hachazo.
En el Reino de España desde los famosos Pactos de la Moncloa se han producido 52 [Contra]Reformas Laborales. Hemos pasado del pleno empleo y el trabajo fijo a los contratos basura, a la precarización laboral y a los minijobs
En el capitalismo senil y bárbaro se mercantiliza hasta el  “derecho a la vida”, todo es mercancía y en dicho proceso de privatización la vida humana no tiene sentido, pero tampoco “valor ético”. La vida ha devenido un fetiche, una mercancía y hasta el gen se patenta por las grandes farmacéuticas. F. Chesnais y Claude Sefarti al explicar la larga lucha del capital por la apropiación de lo viviente nos dicen que  “la  “capitalización de la naturaleza” no  expresa solamente su mercantilización. Crea para los propietarios de este capital un nuevo dominio de acumulación y de valorización, que se alimenta de la destrucción acelerada de los recursos naturales y en el caso de los  “derechos a polucionar”, heridas sin duda irreversibles para la biosfera. Sus defensores consideran que la privatización (la capitalización de la naturaleza) es la solución encontrada frente a la  “escasez” de recursos naturales” [Les conditions physiques de la reproduction sociale]. La fase del capitalismo senil conlleva una explotación y dominación a ultranza en todos los niveles de la vida. Y además en dicha etapa necesita una clase obrera débil y sin derechos. Explotación que nos lleva a una pauperización progresiva de la misma clase obrera a nivel mundial.
Las fábricas son trasladadas a los países de la periferia y del Tercer mundo, desindustrializando grandes regiones del globo como medida de chantaje y de retrocesos en los derechos socioeconómicos que permiten reducir el salario obrero al mínimo de subsistencia, para que pueda  “reproducirse” como mano de obra barata para el futuro.

El Derecho a la existencia

El ser humano vive de cubrir sus necesidades. Ahora bien ¿cuales son dichas necesidades?, ¿qué es necesario para cubrirlas? Siempre hemos entendido en las sociedades occidentales que esto residía en un salario digno. Que permitía cubrir las  “necesidades básicas” del obrero. Ahora bíen ¿qué son las necesidades? Pregunta que no es baladí ya que Marx en sus obras de madurez y, particularmente, El Capital  “el valor de la fuerza de trabajo representa para el obrero, el mínimo de salario, y para el capitalista, el salario uniforme e igual para todos los obreros de la empresa”. Por tanto en la época de Marx el capitalismo cuando hablaba de las necesidades se estaba refiriendo pura y llanamente a la  mera “reproducción física”.
Algo muy distinto es lo que se pretende desde el  radicalismo filosófico del marxismo que frente a esto introduce la noción de necesidades radicales. En medio de todo lo dicho se encuentra el término desarrollado a partir del pacto keynesiano  de la postguerra, que permitió el desarrollo del capitalismo del bienestar. En dicho pacto se hablaba de lo que conocemos como necesidades básicas (con una significación bien distinta a lo que se entendía en el siglo XIX).
Durante el pacto keynesiano esas necesidades básicas no se referían sólo y únicamente a la mera reproducción de la fuerza del trabajo. El obrero tenía una serie de derechos políticos y económicos sociales. Y la misma filosofía del liberalismo político (Rawls) basa su concepción sobre dicha noción. Es más a Rawls le permite desarrollar una Teoría de la Justicia basada en la defensa de las necesidades básicas; a partir de la que introduce su Principio de la diferencia.

La situación cambia a partir de la década de los 80 del siglo XX. Se produce un  “asalto” al Estado de Bienestar mediante una vuelta a la  “teoría neoclásica” y la necesidad del  “Estado mínimo”. En todo lo dicho había un objetivo bien expresado por Pedro Montes en El desorden neoliberal: “El objetivo no confesado de la desregulación del mercado laboral es crear las condiciones óptimas para lograr un aumento de la tasa de rentabilidad del capital, por la doble vía de reducir los salarios y aumentar la productividad, intensificando el uso de la fuerza de trabajo. El panegírico de la flexibilidad, la insistencia en la necesidad de eliminar la rigidiz del mercado laboral, no expresa otra cosa que la conveniencia de alterar a favor del capital la relación de fuerzas entre las clases, y para ello nada mejor que la supresión de los derechos laborales, la atomización de los trabajadores y el debilitamiento de su capacidad de negociación, incluyendo el acoso a los sindicatos”.
Después de 30 años de neoliberalismo podemos afirmar que la mayoría de los objetivos se han cumplido. El mercado de trabajo está completamente desregulado, con infinidad de figuras, algunas de las cuales se encuentran casi sin derechos.
Pero todavía faltaba algo más. Pero antes todavía queremos expresar algo que niega la práctica política de alguna que otro tipo de reformismo: la defensa de los Derechos Humanos de una manera abstracta y a-histórica ha lanzado al movimiento obrero y a las clases populares a los pies de la burguesía.
Y es que en el terreno de los DDHH  también se ejerce la lucha de clases. Y lo estamos viendo en las luchas actuales y en las reivindicaciones. Nos referimos  a la  “lucha contra los desahucios” o en el mismo 15M. Existe un derecho que es intocable [para la burguesía], que si se toca inmediatamente se  “criminaliza” a quien lo realiza. Mientras tanto se respeta ( y se ayuda) a la propiedad privada, en particular a la Banca.
Defendemos que los derechos no son todos iguales, es más, son contradictorios. El mismo Rawls lo reconoce cuando en su Teoría de la Justicia a pesar de haber introducido el  “principio de diferencia” prioriza lexicográficamente el  “derecho a la propiedad”.

Frente al liberalismo todos los movimientos sociales, salidos de la “desafección política” de nuestra democracia representativa, se decantan por la defensa de los excluidos y a la vez por priorizar otro derecho frente al derecho de propiedad.  Limitémonos a Juventud Sin Futuro (JSF), organización salida de las luchas contra el Plan Bolonia y que  contra este sistema capitalista afirman que  “frente a este modelo de capitalismo basado en la especulación, se debe reivindicar el acceso a la vivienda digna, entendiendo como alojamiento y no como propiedad, sea un derecho universal, reclamable y equiparado a otros derechos fundamentales como la educación o la sanidad. El objetivo debe ser que toda la población que lo desee pueda acceder a una vivienda de alquiler social”.

Conclusión

Pocos ejemplos de las luchas sociales contemporáneas para defender que frente a la burguesía la izquierda debe priorizar otro tipo de derechos. Simplemente elegimos otro lado de la barricada. Eligimos el de la defensa de derechos pendientes. En particular el derecho a la existencia. Y lo defendemos frente al derecho a la propiedad. Derecho que reivindicaron los revolucionarios burgueses, pero que hoy día la burguesía decadente y senil ni quiere ni puede conceder. El problema no es el neoliberalismo, el problema es el capitalismo. Hay que priorizar derechos hay que luchar por unos derechos que permitirán abolir otror. Y el derecho a la existencia [como decía Robespièrre] es prioritario y al que debe supeditarse cualquier otro tipo de derecho.

Javier Méndez-Vigo

viernes, 3 de mayo de 2013

PARASITOS

El Gobierno supedita la bajada de la tasa de paro en los próximos años a la aplicación de una "importante" moderación salarial, de modo que el incremento anual de los salarios, tanto de los trabajadores del sector privado como de los funcionarios públicos, no supere el medio punto hasta el año 2016. Este comportamiento se basa en una "importante" moderación salarial, con incrementos de la remuneración por asalariado en la economía de mercado que no superarán el medio punto en casi todo el horizonte de aplicación del plan 2013-2016. "Complemento necesario será un comportamiento semejante en las Administraciones Públicas", indica el gobierno. Mientras que cargos municipales hacen gastos escandalosos. El presidente del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido, ha considerado "justificables y entendibles las facturas por "gastos de protocolo”. No obstante, como ya se habrá podido imaginar, los conceptos de las facturas firmadas tanto por el regidor y dirigente del PP andaluz y algún concejal de su equipo de gobierno son escandalosas por sus contenidos gastronómicos y dudosamente protocolarios, mucho más en tiempos de crisis. Copiosas comidas con buenos vinos, combinados en copa de balón, langostinos, carabineros o gambas de “doscientos euros el kilo” son algunos de los ingredientes que pueden poner en apuros, o al menos colorado, a la mano derecha de Juan Ignacio Zoido y uno de los nombres que ha sonado como posible candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía. Tampoco nos vamos extrañar, que los peperos coman gambas de 200 euros/kilo y beban buenos vinos, aunque sea con dinero público. Esa falsa moral que tienen estos paperos-flautas, que son capaces de recortar a quien ha estado perdiendo poder adquisitivo desde una década y poniendo en el punto de mira a los pocos empresarios horados que quedan en nuestro país, estos mismos son los que nos roban de las arcas publicas. Eso si los ladrones son los otros ellos no, vaya desberguenza que gastan estos señoritos de medio pelo. El Sistema para la Autonomía y la Atención a la Dependencia languidece desde hace muchos meses, por lo que someterlo a nuevas medidas de contención y ahorro sería frustrar las expectativas de atención de cientos de miles de personas mayores con discapacidad que necesitan apoyos intensos para su vida diaria y su autonomía individual, para la dependecia no hay dinero pero para llenarse el buche a costa del contribuyente !SI!. Recortar más la Ley constituiría un acto fallido del Estado y de la sociedad en su conjunto, que significaría dejar a su suerte a los segmentos más vulnerables, en términos de derechos y bienestar del país. No se piense que esto solo ocurre en Andalucía, suele ocurrir en cualquier lugar de la piel de toro, pero dinero para sanidad, educación, protección a los parados, investigación, dicen que no hay. Esto es la gran falacia que se han inventado para enriquecerse ellos y sus amigotes a costa del pueblo, mientras expolian las arcas publicas, en definitiva son unos parásitos que nos chupan la sangre.


José María Domínguez