La sociedad
occidental presume de ser una sociedad avanzada, incluso se atreve a exportar
su modelo de convivencia a otras sociedades con otros modelos sociales más
humanos, donde las relaciones personales prevalecen a las relaciones
económicas, a pesar de no poseer las herramientas para ampliar la conectividad
entre todas las personas. No hace mucho que vivíamos en casas con las puertas
abiertas donde los vecinos se conocían y los hijos se criaban entre todos, se
sabían las necesidades de unos y otros y no dudaban en echarse una mano cuando
era necesario. En la actualidad somos celosos de nuestra privacidad, intentamos
no contar nuestros problemas y es más fácil saber dónde hemos ido de vacaciones
siguiendo nuestras redes sociales que porque se lo digamos a las personas que
viven cerca de nosotros. Esta es la sociedad que estamos construyendo, pequeñas
islas individuales desde las que tendemos puentes ocasionalmente para
cuestiones concretas. Cabría hacerse otra pregunta ¿vivimos mejor ahora que
antes? Yo pienso que no. La sociedad en la que vivimos cada vez es más
impersonal, a pesar de ser la sociedad que tiene más herramientas de
interconexión entre los miembros de la misma. Las distintas redes sociales han
hecho que podamos estar en contacto a lo largo y ancho del planeta, aun así, es
asombrosa la soledad que padecen muchas personas en las sociedades avanzadas.
Mayo del 68 no tuvo
herederos. El capitalismo y el Estado, en Francia como en otras partes,
supieron ponerse al día y modernizarse lo suficiente como para que no los
hubiera en lo sucesivo. Para muchos comentaristas esa sería su principal
consecuencia. La modernización, sin embargo, sobrevino, primero, después de una
pacificación que corrió a cargo de los sindicatos, los estalinistas oficiales y
los grupúsculos, y segundo, tras el reflujo del movimiento, al evaporarse las
perspectivas insurreccionales e imponerse en los cambios la óptica del poder.
Los izquierdistas, tremendamente sectarios, mantuvieron durante un tiempo sus
ambiciones dirigiste y su verborrea leninistoide, desmoralizando a la población
descontenta con gran eficacia militante, para virar de golpe e integrarse en el
aparato político tradicional o en las instituciones culturales y educativas
vigentes (donde dije digo…) Desde allí, su contribución en ideas al reajuste de
los credos y a la modernización de las costumbres fue sobresaliente. Personajes
salidos de sus filas realizaron notables aportaciones a la filosofía
irracional, a la sociología conciliadora, la animación cultural y el periodismo
progre destinadas a neutralizar el pensamiento crítico revolucionario que podía
desprenderse de Mayo. De esta manera, la generación integrada del 68 abría
camino a la apología de lo existente en fase de rehabilitación. La corta
primavera de la revolución dio paso a una década ominosa de petulantes modeneses
y panegíricos rimbombantes del orden capitalista renovado.
El 68 español no gozó
de la misma profundidad que el francés, puesto que quedó circunscrito en la
universidad y su papel consistió en retrasar precisamente la modernización
tecnocrática del sistema de enseñanza franquista, al tiempo que las costumbres
se liberaban por sí mismas, no sin recibir un fuerte empujón por parte de la
contracultura americana y el pop rock. En los años siguientes, la universidad
se convirtió en un gueto izquierdista sin ninguna influencia; en cambio, una
parte importante de los trabajadores se organizó autónomamente en asambleas.
Algunas de las ideas subversivas del mayo francés tuvieron el camino expedito:
autogestión generalizada, consejos obreros, ocupación, huelga salvaje,
delegados revocables… Al no haber sindicatos, la dispersión del movimiento
obrero asambleario fue difícil y requirió medidas policiales violentas,
complementadas con las maniobras de los estalinistas y sus compañeros de viaje
sumergidos en el sindicato vertical, principalmente izquierdistas. También fue
la creación de un marco político
necesario para la modernización y el fortalecimiento del capitalismo hispano.
Buena parte de la generación integrada del 68 peninsular fue responsable del
pacto de silencio con el franquismo reformador y de la amnistía de todos los
crímenes de la dictadura.
Del aquel mayo del siglo pasado cantado y
aplaudido por los “libres pensadores” de una época, se apropió
el capitalismo de su semilla, para vender falsa esperanzas refugiadas en el poder del dinero que
lo único que consigue es ahondad en la soledad de las personas