domingo, 26 de enero de 2020

LA ESPAÑA VACIADA Y VACÍA


Basta con haber nacido y vivido en una zona rural, y tener ojos, para darse cuenta de que la “España vaciada y vacía” ha sido dejada de la mano de Dios: el tradicional sector primario (la agricultura, la ganadería y la extracción de materias primas) ha sido abandonado a su suerte y se ha ido degradando, sin que se haya creado un tejido económico alternativo y/o complementario en el sector secundario (industria) y terciario (servicios). Y la consecuencia lógica de esto ha sido el éxodo rural, que ha empobrecido demográficamente a la mayor parte del territorio nacional. Ahora bien, esto no ha sido producto de un proceso natural e inevitable, sino provocado por la mano del hombre y, en concreto, por las sucesivas castas políticas en cuyas manos hemos depositado la gestión de la “res publica”, de nuestro futuro y de nuestro bienestar. Éstas son las que han propiciado un desarrollo industrial y económico desigual, partidista e injusto de las distintas regiones de España.
Desde principios del siglo XX, las tierras de España han sido víctimas de una emigración continua que, con el paso de los años, ha ido vaciando demográficamente zonas enteras de su territorio. En los albores del siglo XX, la emigración se dirigió hacia América Latina. Luego, en los años 50, 60 y 70 se produjo una nueva emigración, tanto exterior (hacia los países europeos) como interior (del centro de la península hacia las zonas costeras, así como hacia Madrid y las capitales de provincia). De esta forma se fue forjando, despacio pero sin pausa, lo que algunos llaman hoy la “España vaciada”; otros, la “España vacía”; y otros, la “España vaciada y vacía”.
Si observamos la imagen nocturna de España desde un satélite, podremos constar la existencia nítida de dos Españas. Por un lado, la “España llena”: la España urbana, localizada en la periferia de la península y en algunas zonas del interior (Madrid, Zaragoza, Valladolid), que ocupa el 30% del territorio con el 90% de la población. Y, por el otro, la “España vaciada y vacía”: la rural,  ocupando el 70% del territorio y sólo con el 10% de la población. A pesar de que la población de España, según el INE, haya alcanzado su máximo histórico, superando los 47,1 millones de habitantes (junio de 2019), la distribución de la misma ha agrandado la distancia entre estas dos Españas.
En efecto, de los 8.124 municipios que hay en España, más de la mitad (4.979) tienen menos de 1.000 habitantes. Y de éstos, la gran mayoría (3.972) tienen entre 100 y 500 vecinos. Ahora bien, según los demógrafos, si para los municipios con menos de 1.000 habitantes el futuro es preocupante, para los que tienen menos de 500, el riesgo de desaparición es evidente; y con menos de 100, se podría decir que “alea jacta est” y que la muerte es inminente. La amenaza de este desierto demográfico se aprecia también si tomamos en consideración la media de densidad de la población española.
De injusticias y de agravios entre las regiones españolas. Además, han provocado una emigración forzosa, que siempre es dolorosa, y una serie de problemas colaterales, de muy difícil solución. Digamos que hablo, por un lado, de la superpoblación de una pequeña parte del territorio, donde se asientan mega ciudades o zonas metropolitanas de muy difícil gestión o incluso inviables desde el punto de vista social, ecológico y ambiental. Pensemos en los problemas de movilidad o en la contaminación galopante, por ejemplo, de Madrid y Barcelona. Pensemos en los problemas de comunicación entre los ciudadanos, en el individualismo, en la soledad de sus habitantes, que desembocan inevitablemente en problemas psicológicos.
Ahora bien, ante la grave situación demográfica de la “España vaciada y vacía” y ante los indeseables efectos colaterales apuntados, parece necesario un pacto de Estado y un plan de choque para descentralizar la actividad económica y fomentar la implantación de industrias que activen la economía en la “España vaciada y vacía”. Sólo así se podrá revertir la situación demográfica y garantizar la calidad de vida y las oportunidades de todos los españoles.

domingo, 5 de enero de 2020

POSTFASCISMO Y DEMOCRACIA

La izquierda tradicional cada día fue dejando más lastre en la historia. Por ello la batalla cultural hace tiempo que la dejó de lado. Y el neoliberalismo, al grito de “no hay alternativa”, consiguió la hegemonía cultural; lo que conllevó la hegemonía política. Hasta tal punto que su neolenguaje fue asimilado por la llamada “Tercera Vía”. Hasta tal punto que el lenguaje se convirtió en lenguaje político y frente a la defensa de los derechos humanos se terminó aceptando la política de la “injerencia humanitaria”.

El neoliberalismo lo abarca todo y por tanto se transforma en un totalitarismo económico que tiene su eje en el austericidio, y en un ataque frontal al movimiento obrero. Para dominar necesita quebrar a las organizaciones de clase de dicho movimiento obrero. La verdad es que tuvo ayuda: la derrota del stalinismo. Pues la caída del Muro no trajo la “democracia obrera (aquello por lo que lucharon Solidaridad, Carta del 77 o el KOR), sino el abrazo de la burocacia stalinista con el capital, convirtiendose en la nueva burguesía de los países del bloque soviético que acabaría con las conquistas sociales. Ya León Trotsky en la Revolución traicionada (1940)pronosticaba que dicha derrota iba a suponer un gran retroceso cultural y político. La verdad es que dicho pronóstico no se quedaba corto. Ahí tenemos el ultracatolicismo en Polonia o la ultraderecha (neofascista) en Hungría que supone un auge del neofascismo en aquellos países. Y que permiten el cierre de fronteras en la última crisis emigratoria. Como bien decía Miguel Urban: “Desde el desplome del muro de Berlín estamos asistiendo a un fenómeno muy peligroso en la Europa del Este: el importante ascenso social y electoral de las organizaciones de ultraderecha en aquellos países hasta hace poco gobernados por los supuestos regímenes del socialismo real Estas formaciones no han realizado una renovación ideológica, discursiva e identitaria semejante a la de sus homólogas de Europa occidental. A pesar de llo, han logrado un importante apoyo popular, que se ha traducido en la mayoría de los casos en unos buenos resultados electorales. La fuerza de estas organizaciones ha consistido en explotar la despolitización y el desprestigio del proyecto socialista provocado por largos años de dictadura estalinista, por un lado, y en capitalizar el voto de protesta ante el descontento social y la inseguridad que están generando las reformas neoliberales....

El desarme ideológico tanto en el Este como en Occidente creado por esta derrota y por la asimilación de la ideología neoliberal dejan vacío en el movimiento obrero y en sus organizaciones. Pero como decía un pensador marxista “la naturaleza aborrece el vacío”. Y si no existe alternativa para las direcciones de determinados partidos no queda más remedio que aceptar el lenguaje del enemigo de clases. Este ha sido el error de aquella izquierda. Pero si no hay alternativa se deja desarmado al movimiento obrero y más cuando el capitalismo ya no necesita la “careta humanista”. Mientras que el capitalismo – y su clase dominante- si que tiene alternativa que no es otra que la profundización de una acumulación por desposesión de grandes masas. Para realizar este movimiento el capitalismo necesita que no exista contestación a sus tesis. Por eso es necesario un “vaciamiento” de la democracia. Aquí radica el objetivo de las nuevas derechas o de la ultraderecha.

No podemos engañarnos, realmente no existen las condiciones para la vuelta del fascismo. Pero esto no significa que la burguesía internacional no tenga claro que la democracia, tal como la hemos conocido hasta hoy, ya no sirva a sus intereses. Hoy en el debate de investidura en España hemos visto un ejemplo de lo que entiende por democracia y el intento de desligitimar lo que han votado la ciudadanía. ¿Veremos cual es la continuación de este teatro que hemos visto estos dos días?

A esta nueva derecha algunos pensadores, como Enzo Traverso, lo llaman posfascismo, otros neofascismo o por útimo derecha radical. El posfascismo viene a ser caracterizado como el arma que tiene un neoliberalismo en crisis que implementa el autoritarismo en las condiciones políticas de dicho régimen. Incluso se puede considera como una ímpolítica, que no apoliticismo, que surge de la decadencia política vaciada de tantos años de alternancia en el poder. Siguiendo a E. Traverso podemos hablar de una “deriva bonopartista”, para lo que ya no es necesario un Estado de Bienestar ni ningún pacto social. Cosa que tiene claro desde la década de los 80 del siglo pasado las cabezas pensantes del capitalismo.

Desde hace años esta nueva derecha radical viene construyendo su propio discurso con unas características comunes que podemos sintetizar siguiendo a Miguel Urbán:
a) un populismo multiforme que sintetiza el populismo contestatario ya que mediante esto rechazan el sistema vigente basándose sobre todo en un ataque a la corrupción,e populismo identitario que le lleva a rechazar el pluralismo multicultural y a aceptar solo lo nacional (VOX defiende primero lo nacional frente al Otro, al extraño, al Migrante (musulmán, que viene a convertirnos) y por último un populismo autoritario defendiendo un Estado fuerte (o la recentralización del Estado y desaparición de las Autonomías)

b) un nacionalismo fuerte (en nuestro caso español ) frente a cualquier otro tipo de nacionalidad que quiera destruir el Estado. Para esto es necesario volver a principios que permitan un solo idioma, una sola bandera..., y todo lo que atente contra ello se considera una traición a la patria ya que dicho nacionalismo “se estructura esencialmente en torno a la exaltación y preservación de una “identidad nacional” supuestamente amenazada por el acelerado proceso de mundialización de la economía”. Quizás aquí radique el ataque a la UE por parte de VOX y el acercamiento a dichas tesis por parte del SG del PP ante la sentencia del Tribunal de la UE con respecto a Oriol Junqueras.

Existen más características que preferimos dejar de lado de momento. Nos queríamos centrar en estas dos características para entender lo que ha sucedido estos dos días en el Parlamento Español. Esta nueva derecha radical al final y en el fondo tiene una programa económico radicalmente neoliberal, que muy poco tiene de anticapitalista (como pretendían la primera fase de aquellos fascismo históricos). Pero no podemos olvidar el hecho de que dicha nueva derecha tiene su antecedente en la contrarrevolución autoritaria de la década de los 80 del siglo pasado. Esta nueva ola derechista se afianza en el autoritarismo que permite a las burguesías europeas a recurrir cada vez más a formas de excepción y de represión interna. Vuelvo al Estado español donde la Ley Mordaza está sirviendo para lo dicho. Pero al mismo tiempo (y también lo vimos estos días no ya en VOX sino en palabras del SG del PP) dicho autoritarismo permite a dichas burguesías a judicializar permanentemente la política. Es la utilización constante de las instituciones judiciales (Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional) tal y como amenazó ayer el SG del PP.

La contrarrevolución de esta derecha radical nos lleva a un Estado donde la democracia se vacíe y se debilite, donde funcione más las instituciones judiciales que el Parlamento (donde reside la soberanía, según nuestra Carta Magna). Si triunfaran dichas tesis caminaríamos hacia un Estado neoliberal- autoritario. Y en esto España ha dejado ya de ser una excepción. Y hasta en esto es Europea, pero volveremos en más artículos sobre lo dicho

Javier Méndez- Vigo Hernández

viernes, 3 de enero de 2020

ZANCADILLAS

Ya estamos en el 2020, ¿tendremos Gobierno? Espero y confío que sí, habrá un gobierno de izquierdas, cosa a la derecha le da un miedo atroz, todo lo que no sea ella quien gobierne para hacer sus políticas exclusivistas y favoreciendo a las grandes economías, le da un miedo terrible, pues significa poner a descubierto sus planes ocultos.
Al estar la UE las lanzas se truecan en cañas, no menos afiladas. Nos debemos a sus coordenadas presupuestarias y financieras, sobre todo porque en el pacto de gobierno no figura ni por asomo derogar la reforma del artículo 135 de la Constitución que limita nuestra capacidad crediticia. Tanto que Bruselas se puso la venda antes de recibir la pedrada cuando advirtió al presidente en funciones que el próximo ejercicio presupuestario España debería ahorrar 10.000 millones de euros y dedicar los excedentes que pudieran generarse a rebajar la cuantía de la deuda. A la Comisión Europea no le valió como garantía el nombramiento de Nadia Calviño como vicepresidenta económica anunciado ex ante por Sánchez. Banco de pruebas o potro de tortura para un programa de gobierno que identifica una batería de gastos para reflotar el Estado de Bienestar fabulando sobre los ingresos para financiarlos. La cuadratura del círculo que persiguió denodadamente el maestro Ramón Llull. Poder, si se puede.
Regalo que la derecha extensa no contempla en toda su importancia, obsesionada como está con la <<traición>> que para ella significa esa Coalición Progresista y su paquete de medidas anexo. Y es que aparte del plano político, lo simbólico también representa una inquietante novedad para la <<España de los balcones y las banderas>>. El primer gobierno de izquierdas desde la Segunda República. Si no estuviéramos en la Unión Europea la tentación de otro 23-F ya estaría circulando por algunas cabezas. Y aun así no han faltado propuestas de algunos nostálgicos del ruido de sables en situación de reserva.
Las instituciones bancarias con participación pública tendrían que aceptar un grado de supervisión e incluso intervención para facilitar la inversión productiva y ecológica. Las empresas tecnológicas con prácticas anticompetitivas deberían cumplir sus responsabilidades fiscales y laborales, aunque fuese a nivel continental mediante impuestos y legislación europea. Finalmente, las empresas que coticen en bolsa deberían reservar una cuota para que representantes de los sindicatos puedan participar en su gobernanza. Es un hecho que todas estas organizaciones se opondrán a un eventual gobierno, porque poseen un alto grado de privilegio bajo el orden actual. Ninguna de estas medidas es de carácter revolucionario; pero serán tachadas de radicales igualmente. ¿Por qué no aprovechar para minar su poder e influencia? Aquellos que simpaticen con los valores generales de un acuerdo progresista y teman el ascenso de la extrema derecha, no pueden dejarse llevar por la decepción. Históricamente, victorias para la izquierda se han arrancado en condiciones de gobierno muy adversas: a líderes de derecha en busca de la paz social; a través movimientos revolucionarios pero poco democráticos; o gracias a nacionalistas antiimperialistas en el Sur Global. En todos los casos, ha habido un rico repertorio de prácticas e instituciones que han presionado para su aplicación.
¿Qué aspecto podría tener una labor legislativa para este objetivo en España? En primer lugar, eliminar la legislación más restrictiva con el derecho a protesta, manifestación y libertad de expresión. Lo más elemental para tener una sociedad civil activa es no restringir su existencia mediante medios legales y represivos.
Un  aspecto importante de un programa ambicioso, que está todavía más ausente, sería limitar el poder de las instituciones que impiden una sociedad más democrática. Por ejemplo, las escuelas concertadas deberían desaparecer gradualmente, ya que distorsionan la igualdad de clase que debe proporcionar la educación financiada por el Estado. Igualmente, los grupos de comunicación no deberían acumular tanta cuota de mercado ni tampoco ser dependientes de fondos de inversión y otras empresas, ya sea por deudas o acciones.
Ante esta situación que se nos presenta para la segunda semana de enero de 2020, espero que lleguemos a “Buen Puerto” y tengamos un gobierno de izquierdas constituido en esta “Piel de toro”, a pesar de las “zancadillas que nos hacen los poderes facticos.