“Ojo por ojo, diente por diente” hasta
quedarnos todos ciegos
Siempre
sucede los mismo, la película se repite y se manipula a la opinión pública.
Pero esta vez no hay excusas, no vienen
de montañas lejanas y las causas y consecuencias pueden ser muy distintas.
Siempre cuando la locura se instala
se nos dice que la seguridad es lo primero. Yo como Robespiérre defiendo que lo primero- aquí, en nuestra casa como en
los desiertos o en otros lugares- es el derecho a la existencia. Esta es
la primera verdad que nos esconde o desaparece en el momento en que la locura se ha instalado en un mundo globalizado. Y la irracionalidad siempre termina en el
horror.
Pero
la locura hace tiempo que lleva
instalada en nuestras sociedades. Ya en la década de los 90 los excluidos en su desesperación tomaron
París y reivindicaron sus derechos, y fundamentalmente el derecho a existir, el derecho a la visibilidad y el el derecho a ser
reconocidos como seres humanos.
Pero
fue sobre todo una década posterior que la banlieu
parisina vuelve a estallar. La 3 generación de los migrantes de la
colonias, ya ciudadanos franceses
desesperados salen a las calles y la desesperación les llevó a a duros
enfrentamientos con la policía y con el sistema. Aquellos no pedía la
radicalidad “terrorista”. Pedían el
derecho a existir. Ya que como decía Robespierre
el derecho fundamental por excelencia es el derecho
al cual se había supeditar cualquier otro derecho. Es verdad que en la
Constitución Revolucionaria que representa la letra de la Marsellesa se
reconocía una serie de derechos, y no se negaba la “propiedad privada” pero todos aquellos
derechos debían ser supeditados al “derecho a la existencia.
Pero
el Thermidor, la restauración y el actual sistema con la locura que representa
el neoliberalismo ha tirado ese
derecho a la basura de la historia. Las políticas neoliberales y
fundamentalmente la política de la austeridad mata. Expulsa del sistema a grandes masas del
proletariado hacia las fronteras de la vida. Y esa frontera tiene el abismo que
es la locura suicida. Es sintomático
que la policía belga, desde hace tiempo, no entraba en el barrio marginal de
Bruselas, que era un gueto, un nido de irracionalidad. Estos ciudadanos eran
invisibles y la locura les hace visible con la promesa sectaria del paraíso.
Me
diréis que esto mata, como si fuera lo único que mata. Pero cuál es la verdad.
Si es verdad, que no existe el blanco ni el negro. Es verdad que la realidad es
de tono grisáceo. Pero Occidente siempre hace lo mismo. Se militariza para
conseguir los recursos naturales que
nunca se encuentran en nuestro suelo, y después se militariza interiormente cuando vienen las
consecuencias de aquella política exterior. Y luego viene la manipulación de la
opinión pública. Simplemente unas preguntas: ¿porqué hemos propiciado la
división étnica y religiosa de países como Irak, Libia o Siria? ¿Por qué hemos
destruidos países estables e incluso laicos para sustituirlos con regímenes
religiosos? ¿Por qué hemos atacado y destruido países cuyos recursos estaban nacionalizados
para luego apropiarnos de sus empresas y recursos naturales? ¿Quién sostiene y
financia al Estado Islámico? A lo mejor si nos contestamos a todas estas
preguntas podremos entender algo de nuestra contemporaneidad.
Pero
todavía existe algo que es instaurar la locura en el interior de nuestras
sociedades, cerrándolas y convirtiéndolas en fortaleza. Siempre se dice que hay
que supeditar la Libertad a la Seguridad; cuando habría que hablar de
una relación dialéctica entre ambas. Una
de las primeras medidas que se toma es la de “Prohibir las reuniones públicas y las manifestaciones”. ¡Como si el
sectario se reuniera públicamente o se manifestara públicamente! El fascista teocrático en su locura suicida solo se manifiesta cuando va a encontrarse con su
paraíso.
La
realidad de esta prohibición se encuentra en otro lado: en el recorte de libertades.
Ya que en nuestra sociedades se manifiestan aquellos movimientos sociales que
luchan por sus derechos. Y estamos en una vuelta de tuerka más en la política
austericida de la UE. De nuevo la verdad es la primera víctima y detrás de ella
vienen las clases populares y en particular el Movimiento Obrero
Javier Méndez-Vigo Hernández
Artículo a publicar en la revista electrónica lataberna.eu