sábado, 24 de diciembre de 2011

Crisis económica y hegemonía del capitalismo alemán (II)



Premonitorias palabras, que relatan lo que ha significado la  integración capitalista en un mercado único. Por aquella misma época (en la que el Estado español intentaba entrar en el  “nuevo orden”, algunos economistas ya afirman que dicho proceso era un verdadero “asalto al Estado de bienestar”. El mismo Pedro Montes nos decía que  “el libre comercio y el desmantelamiento de los mecanismos de protección del mercado interior alientan una ofensiva permanente contra los derechos y condiciones de vida de los trabajadores”. Recuerdo que una semana antes de entrar en dicho mercado único un café con leche costaba 60 pesetas; la sorpresa fue que a partir del día siguiente de la entrada en Europa el mismo producto ya se nos lo cobraban a 1 € (166’386). El Euro se mire como se mire fue un ataque a las condiciones saláriales de la mayoría de la población. El  “desorden neoliberal” comenzó a imponer sus reglas.

Cambio de modelo productivo


Todo el proceso neoliberal en Europa se salda con la búsqueda de nuevos mercados (como decía Rosa Luxemburgo), pero fundamentalmente con la búsqueda de una  “nueva mano de obra” que fuera disciplinada y al mismo tiempo barata. En este contexto podemos encontrar la guerras en los Balcanes con la  “desintegración” de la Yugoslavia en nuevas naciones dependientes (en particular del marco alemán) y en protectorados como Kosovo (donde se encuentra la mayor base militar de los USA), protectorado que sirve como puente hacia las ex repúblicas soviéticas del Mar Caspio.

La nueva mano de obra barata que tuvo que salir de los Balcanes se convirtió en infraclase en los países de Europa; se convierte en “trabajadores pobres” que sirven para los peores trabajos y que son utilizados por la burguesía como  “chantaje” contra el proletariado y sus conquistas sociales. El ejemplo más claro lo hemos tenido con la anexión por parte de la República Federal alemana de Alemania del Este. Ya que  “El territorio de la ex República democrática alemana ha devenido  el  “mezzogiorno” de la nueva Alemania. La desindustrialización casi total de Alemania del Este ha tenido como consecuencia que el ejército industrial de reserva ha aumentado todavía más” Esta nueva situación de aparición de millones de trabajadores baratos y disciplinados ha supuesto una nueva relación de fuerza entre clases sociales durante la crisis y el proceso de construcción del mercado único. Durante todo este proceso las condiciones de explotación se han transformado profundamente.

El capitalismo alemán desde la anexión de la Alemania del Este se ha desarrollado con un crecimiento fuerte. Pero a cambio de esto el mercado de trabajo se ha transformado con un cambio en la correlación de fuerzas entre las clase sociales. El capitalismo alemán como todos los demás ha recurrido a las subcontratas que ha facilitado la baja de salarios y el retroceso en las condiciones sociales, como también un retroceso en los derechos sociales. En Alemania desde el 2003 han ido desapareciendo las conquistas sociales del Estado de Bienestar, ya que los distintos gobiernos (siguiendo las tesis de la política hegemónica) han ido reduciendo los impuestos a las empresas, lo que ha supuesto que en los distintos municipios se subieran los  “impuestos indirectos”. Por otra parte, como antes en Italia, en Alemania ha desaparecido la  “escala móvil” de salarios. Hoy, según la OCDE, para superar el  umbral de la pobreza es necesario un salario hora de 11’30€ al mes con una semana de 40 horas. Pero como el salario mínimo tampoco existe ya, actualmente existen millones que sólo tienen un salario de 7€ la hora y alrededor de 2’5 millones que cobran menos de 5€ . La realidad es que dichas condiciones de pobreza ha sido aceptado por los comités de empresas, y esto se debe también al hecho de que la patronal ha impuesto que los convenios dejaran de ser por ramas (precisamente lo mismo que pide la patronal española).. Así la IGM- Metal aceptó en 2004 la generalización de los convenios a nivel de cada empresa a cambio de promesas de inversiones. Con lo que a cambio de que no hubieran despidos se han visto obligados a aceptar condiciones que hacen retroceder los derechos sociales.

En resumen podemos afirmar que los salarios de los trabajadores alemanes, que producen los productos de alta competitividad, han estado por debajo del valor real de sus salarios durante toda una década. Y esto debido al papel de los sindicatos. Hay que tener en cuenta que en 2003 la IG- Metal fue derrotada en su lucha por la semana de las 35 horas, lo que ha llevado a la dirección sindical  a aceptar un nuevo marco laboral que ha permitido la abolición de la ayuda a los parados de larga duración (es lo que se conoce como Hartz IV).

La nueva correlación de fuerzas también supuso una nueva redistribución de rentas a favor de los ricos. Como una nueva política de sanidad que consistía en suprimir el financiamiento paritario, para que así la mayor parte recayera sobre la espalda de los trabajadores mediante cotizaciones complementarias (primer paso para la privatización de la sanidad). Políticas que han llevado a una mayor desigualdad y a la merma del Estado de Bienestar. Y que en última instancia han llevado también al abandono de la  “construcción del Este”. El capitalismo  Alemán se basa en la explotación y en una total redistribución de la renta que ha permitido la transferencia hacia otras manos de la economía:  “No existe alza de impuestos sobre el capital, nada de elevación de la tasa máxima de impuesto para las rentas altas, nada de restablecimiento del impuesto sobre la fortuna y nada del aumento del impuesto de sucesión para las grandes herencias, como la izquierda y los sindicatos reclaman. Las empresas y los ricos no contribuyen al presupuesto del Estado”.
 Javier Méndez-Vigo


martes, 13 de diciembre de 2011

ILUSIÓN


En el Estado español estamos muy lejos de contar con un proyecto político ilusionante: un proyecto que se embarque en la generación de nuevas células de poder popular desde abajo, en lugar de seguir apostando por las viejas estructuras sindicales mafiosas y corruptas de nuestro régimen, de nuestra “IV República” particular: CC OO y UGT. O, ahondando en la alegoría, un proyecto que defienda el estatus de fuerza beligerante que, por no disfrutar de las garantías democráticas mínimas necesarias para el empleo de otros métodos de lucha, no tengan más remedio que echarse al monte ( metafórico). El tiempo nos ha ido enseñando que el apoyo o rechazo a un determinado proyecto político no debe otorgarse enjuiciando el mayor o menor radicalismo de su fraseología. Son mucho más significativos los posicionamientos concretos frente a determinadas coyunturas políticas de actualidad, en las cuales se clarifica quiénes  deciden acomodarse como “ala izquierda” de un régimen político y quiénes, por el contrario, deciden romper con el mismo.
Lo que necesitamos es una izquierda desacomplejada y que tenga meridianamente claras determinadas cuestiones. Pondremos el ejemplo más obvio, nuestro sistema particular: la Unión Europea. Los mercados financieros, o Bruselas, o Merkel-Sarkozy, o cualquier influencia externa a la cual puedan hacer referencia, insisten en que hay que reducir el déficit, pero no dicen cómo hay que reducirlo. Nadie le dijo a Zapatero que tenía que congelar las pensiones. Fue una decisión suya, a fin de ahorrar 1.500 millones de euros. Pero podría haber conseguido estos fondos, incluso mayores, revirtiendo la bajada del impuesto de sucesiones, consiguiendo 2.552 millones de euros o recuperando el impuesto del patrimonio, 2.100 millones, o eliminando la bajada de impuestos de las personas que ingresan más de 150.000 euros al año, 2.500 millones de euros. La unión monetaria es un mecanismo destinado fundamentalmente a servir a los intereses de los grandes bancos y compañías europeas. Y este mecanismo se aplica de tal modo que sirve a los intereses de los países dominantes, como Alemania y Francia, en detrimento de los países de la periferia, como Grecia, Portugal y España...Creo que la izquierda, en especial la izquierda radical, debería darse cuenta de que éste es el frente decisivo y posicionarse en consecuencia. No debería cooperar en el rescate del euro. La clase trabajadora europea no tiene ningún interés en salvar la unión monetaria.

José María Domínguez