martes, 12 de marzo de 2013

ESCLAVITUD DOMESTICA

El revolucionario ruso León Trotsky escribió: "Para cambiar nuestras condiciones de vida, debemos aprender a mirar a través de los ojos de las mujeres". Del mismo modo, V.I. Lenin, solía referirse a la opresión de las mujeres dentro de la familia como "esclavitud doméstica". Como fortalecimiento  de institución familiar, la ideología de la clase dominante obliga a mujeres y hombres a asumir roles de género rígidamente diferenciados, incluyendo el ideal de criadora-ama de casa para las mujeres, sometidas al varón cabeza de familia y responsable de su sustento económico, sin que importe lo poco que tienen que ver realmente esos ideales con las vidas reales de la clase trabajadora. Desde la década de los 70, la gran mayoría de las mujeres forman parte de la fuerza de trabajo y, sin embargo, perviven tanto esos ideales familiares como la idea de que la mujer está mejor dotada para asumir las tareas domésticas dentro de la familia. El papel de la mujer como cuidadora en el seno familiar reduce su status al de ciudadanas de segunda clase dentro del conjunto social,
La esclavitud doméstica, a la que Lenin hace referencia, es un elemento central en la teoría marxista sobre la opresión de las mujeres: la fuente de la opresión de las mujeres radica en el papel de la familia como reproductora de la fuerza de trabajo para el capitalismo, y en el papel desigual de la mujer en su seno. Mientras que la familia de las clases dominantes ha funcionado históricamente como una institución a través de la que transmitir la herencia entre generaciones, con el surgimiento del capitalismo, la familia de la clase obrera asumió la función de proporcionar al sistema una oferta abundante de mano de obra. Es cierto que el Capital es el primer beneficiario, tanto de la opresión de las mujeres en la familia, como de toda la basura sexista que se utiliza para reforzar el papel de la mujer como ciudadana de segunda clase (y también que los hombres de la clase obrera tienen un interés de clase objetivo en la liberación de la mujer). Los trabajadores con conciencia de clase deben entender que el valor del trabajo masculino depende del valor del trabajo femenino y que, con la amenaza de sustituir la mano de obra masculina por mano de obra femenina más barata, el capitalista puede presionar sobre el nivel salarial de los hombres. Sola la falta de comprensión puede llevar a ver este tema como una mera cuestión de la mujer. Aunque el éxito de la revolución socialista no garantiza automáticamente la liberación de las mujeres, sí que crea las condiciones materiales para ello. Y es a través del proceso revolucionario, en todas sus etapas, desde la primera a la última, para que a todos los revolucionarios les  sean  indispensable  la lucha por la eliminación de las desigualdades sociales y domestica de la mujer, tenemos  que ser más eficaces si no minimizamos los desafíos a los que nos enfrentamos en la lucha contra el sexismo, dentro de la clase obrera, si los reconocemos y, sobre estas bases, somos capaces de desarrollar una estrategia que tenga como objetivo movilizar al conjunto de la clase obrera para conseguir la liberación de la mujer.

José María  Domínguez

martes, 5 de marzo de 2013

Desbarajuste a la ITALIANA

Un apunte de los resultados electorales entre 1994 y 2006 y la posibilidad de pacto de gobierno a nivel nacional con la socialdemocracia, algo que ya se había dado a otras escalas, llevan a la dirección de Refondazione Comunista con Fausto Bertinotti como cabeza a emprender y acometer la reformulación de lo que para ellos eran antiguos postulados del marxismo y la tradición comunista ya superados. Ello incluía deshacerse del papel que el marxismo otorgaba a la clase obrera como sujeto revolucionario, sustituida por una mescolanza de sectores sociales y nociones extraídas del postmodernismo que parecían tomar cierto auge y difusión por el movimiento anti/alter globalización. De paso, el partido revolucionario y  su papel dirigente no era necesario del todo, este sobrevira como punto de encuentro en el que todo cabe, y plataforma o máquina electoral. En dos años de participación en el gobierno y coalición PRC dilapidó el potencial acumulado en las luchas y alianzas sociales, se había deslegitimado ante su base social, la histórica y la potencialmente cercana. Pero además la coalición no cayó por una rectificación surgida de PRC, sino que fue rota por los partidos de derechas en ella participante. A la hecatombe de la autodisolución del PCI, le seguía ahora la decepción de la traición de PRC, que ya no era visto como referente, y que dejaba un reguero de escisiones. En las elecciones de 2008 será la primera vez tras el periodo fascista y de la guerra que no haya representación comunista. Es difícil pensar que grandes diferencias hubieran existido entre un gobierno derechista y centro-izquierdista visto lo visto. Salvo una cosa, una mayor resistencia que se habría encontrado un gobierno formalmente derechista para acometer estas políticas, pero en lugar de eso, de la forma relatada que se produjeron los hechos, la situación fue la de una militancia de izquierdas, revolucionaria, sindicalistas, y movimientos sociales desorientados o impotentes al recibir los más duros ataques por su flanco izquierdo.
Desde entonces lo que se conoce como la izquierda italiana no levanta cabeza, perdida de militancia, de ilusión, y el intento repetido de entrar en parlamentos y ayuntamientos a toda costa. Es difícil citar los movimientos y los continuos cambios de nombres de formaciones según las elecciones. La “Federación de la Izquierda” con el Partido de los Comunistas Italianos (escisión de PRC), “La izquierda del Arco Iris”, obviando una multitud de formaciones ecologistas y pequeño burguesas varias con las que han confluido por el camino, todas con el común denominador de la ausencia de programa y alternativa revolucionaria. Hasta esta última ocasión, en la que concurrían como “Revolución Civil”2, una vez más, desplazando su presencia como partido comunista, y dejando las riendas al juez Vendola, cuya máxima es acabar con la corrupción y seguir con el buen funcionamiento del sistema capitalista. Han acabado con la Izquierda organizada en Italia, convirtiéndola en un populismo que no tiene ni pies ni cabeza.

José María Domínguez