Crítica a la política Institucional y por la instauración de una "Democracia Real Ya". ("Yo le digo a los jóvenes: buscad un poco, encontraréis. La peor actitud es la indiferencia, es decir "paso de todo, ya que me las apaños. Si os comportais así, pedéis uno de los componentes esenciales que foman al hombre. Uno de los componentes indispensables: la facultad de indignación y el compromiso que la sigue") [Stéphane Hessel, ¡Indignáos!]
domingo, 23 de diciembre de 2018
domingo, 2 de diciembre de 2018
EN DEFENSA DE LOS "GILETS JAUNES"
“[Eugène Varlin]
Codenado a muerte de inmediato, fue obligado a subir la collumna de
Montmartre,.., golpeado y humillado por una turba voluble, en lo que
su biógrafo calificó como “el calvario de “Eugène Varlin”.
Finalmente fue puesto contra una pared y fusilado. Tenía tan sólo
treinta y dos años. Tuvieron que disparar dos veces para matarlo.
Entre una y otra carga gritó, evidentemente sin arrepentirse, “Vive
la Comune!”... Y fue en ese lugar, donde se construyó
la Basílica del Sacré- Coeur”
[David Harvey,
Senderos del mundo]
¿Por
qué la cita? Realmente es una elección a conciencia. París es una
de las ciudades preferidas, cosmopolita, pero al mismo tiempo la cuna
de los Derechos del
Hombre, de aquellos
derechos que conquistó una “burguesía revolucionaria”, pero
adentrándome todavía más reivindico el jacobinismo, el ala
izquierda de la revolución; aquellos que junto a Robespièrre
defendían por encima de cualquier derecho el “derecho a
la existencia”.
No
pongo por encima de nada la “tranquilidad y el sosiego de la clase
burguesa” ni la paz de su ciudad que comienza en los Campos
Eliseos, prefiero pasear por la Sorbona y divisar la Plaza de Saint
Michel, donde comenzó la liberación de Paris de las tropas nazis en
1945, o el Saint Michel del Mayo
68 donde la alianza entre
estudiantes y obreros pidieron “lo imposible. Hay que abandonar la
ciudad burguesa y adentrarnos en la periferia o en la banlieu.
Pasearse por el París de La Commune
y ver los lugares como el barrio de Montmatre- esa colina desde donde
se divisa todo París- y recorrer dicho barrio. Entender la burguesía
vencedora y represora de la Commune; una represión que fue a sangre
y fuego fusilando a miles de obreros de la Commune. Y como colofón
la construcción del Sacré- Coeur como expiación de los pecados de
la turba, del populacho. Precisamente cuando uno se pasea por la
Basílica uno puede llegar a la capilla de Jesús Obrero que se
encuentra casi exactamente en el lugar donde transcurrió el
“calvario de Eugène Varlin”. Es normal que el populacho baje a
la ciudad burguesa (los Campos Eliseos) a recordar que existe, hacer
visible su miseria allá donde las bacanales burguesas se desarrolla
, en fin a perturbar esa paz que se cimenta en la explotación de una
fuerza de trabajo tanto interna como externa.
Algo
que a veces olvidamos es el hecho de que “la naturaleza aborrece el
vacío”. Cuando el sindicalismo de clase no se da cuenta de la
realidad o cuando abandona la misma por las migajas de los
beneficios, ese vacío es ocupado por alguien que todos sabemos
perfectamente quien es. La rabia y la espontaneidad al final puedede
ser dirigida por los que no quieren llevar al movimiento al terreno
del racismo y la xenofobia. Pero el movimiento es el movimiento de
los precarios, de los
excluidos de las grandes urbes.
Los sindicatos de clases hasta hoy han preferido la negociación y el
facto frente al hecho de “organizar”
la cólera y la rabia.
Pero
¿quienes son los “chalecos amarillos”?
Son un movimiento heterogéneo
y por consiguiente interclasista.
Si estudiaramos a los sociologos contemporáneos, como Sidney
Tarrow o Charles
Tilly nos daríamos
cuentas de que ya no podemos entender nuestras sociedades partiendo
del “conflicto clásico”. Hoy día en la “mundialización
capitalista” la situación es bien distinta. El activismo es
transnacional, pero puede partir de lo local- tal como pasó con el
15M.
La política que nos imponen desde las instituciones tanto nacionales
como transnacionales (FMI,
BM, UE) conlleva a que no
quede mas remedio que conquistar el espacio público de las
calles. Los “chalecos
amarillos” es la expresión de la rabia y de la cólera de los
“miserables” expulsados de la urbe. El capitalismo vuelve a
construir su espacio geográfico y expulsa de sus casas y palacios a
los precarios y excluidos. Por dicha situación este movimiento es
interclasista compuesto por los trabajadores precarios y por clases
populares expulsados a la periferia por la subida de la burbuja
inmobiliaria
Algún
reformista o social- liberal podrá hacerse la siguiente pregunta:
¿sólo por la gasolina?
Pero qué existe detrás de la gasolina. En primer lugar “el
abandono por parte del Estado de una política de defensa
de los servicios públicos”. A
la vez el abandono de una fiscalidad progresiva,
que supone el incremento de los impuestos indirectos frente a los
directo, con lo que se grava realmente a las clases populares. Hoy
día el coche, para la inmensa población que vive en la periferia,
no es un capricho de lujo. No, el coche es un instrumento
de trabajo que necesitan para ir
a trabajar, para llevar a sus hijos a la escuela, para visitar al
médico etc.. La subida de los impuestos indirectos como la taxa del
gasoil supone una merma en las condiciones sociales de amplias capas
de la población, más si son trabajadores precarios. Si, ¡si hay
que movilizarse por la gasolina! Al menos, mientras el Estado
continúe defendiendo las privatizaciones de lo público y no haya
una política clara de servicios públicos.
Lo
que está en juego en esta movilización no es otra cosa que la
vuelta a la realidad.
Aquella que nos han impuesto desde las instituciones transnacionales
(FMI, UE)
y que tienen como eje la austeridad
y los bajos salarios.
Lo que nos están mostrando el movimiento de los “chalecos
amarillos” no es más que la existencia de una crisis
profunda del régimen que
está deslegitimando al poder mismo del Estado. Pero al mismo tiempo
este “populismo desde abajo” desprovisto de estructura sindical y
política nos están señalando una “crisis del conjunto
de las organizaciones sindicales”
Quiere
decir todo esto que es un movimiento dominado por el fascismo. No, ni
mucho menos. El que defienda esto vive en un mundo platónico donde
la realidad es subliminada. No olvidemos lo que ocurrió el 15M.
Los dirigentes de los Partidos tradicionales también les acusaban de
lo mismo; es verdad que allí como aquí pueden haber elementos del
fascismo, pero el problema reside en que el “vacío” dejado por
las organizaciones tradicionales es ocupado por alguien. Y nos
encontramos en ese impasse en el que hay una lucha para ocuparlo.
Pero
cuales son realmente las reivindicaciones de este movimiento, que no
sólo se refieren a la gasolina. El movimiento ya ha enviado a los
medias y a los diputado un comunicado con cuarenta reivindicaciones
entre las que quisiera destacar las siguientes:
- supresión de la subida de los carburantes
- jubilación a los 60
- restablecimiento del impuesto para las grandes fortunas
- subida del Salario Mínimo (a 1300€)
- recuperación de los Servicios Públicos
- progresividad en el impuesto de la renta
- favorecer los pequeños comercios
- que Mac Donald's, Google, Amazon y Carrefour paguen más impuestos
- Sistema de Seguridad Social para todos
Por
lo visto reivindicaciones muy de derechas. En fin, lo que está
ocurriendo es una revuelta
popular contra la
política neoliberal de Macron.
Por eso, los parias, los miserables de la periferia y de la banlieu
bajan todos los fines de semana a las puertas de la ciudad burguesa
(los Campos Eliseos). Son los vándalos, como los llama algún
reformista. Yo, personalmente, prefiero este vandalismo a la
represión burguesa que no tiene límites y que últimamente ya
utiliza hasta granadas. Ya habrá tiempo, de que los miserables o el
“ángel caído” vuelva a ser expulsado de la casa burguesa y
reine la paz de los cementerios.
Javier
Méndez-Vigo
sábado, 1 de diciembre de 2018
DERECHA Y SOCIALDEMOCRACIA
Como
es natural para cualquiera menos para Sr. Casado, cada una de estas personas
que llegó a España lo hizo dejando atrás su sitio, sus amigos, su familia, pero
no su vida y sus costumbres. Entre puesta y recogida de andamios, montaje y
desmontaje de escenarios y barridos de la pista, te iban contando cosas de su
país de origen. Enriquecía mucho. Como podrá imaginar cualquiera menos el Sr.
Casado, muchos de ellos tenían una carrera –de las que apruebas madrugando y
estudiando– pero en sus países las cosas estaban regular tirando a desastrosas.
Como puede suponer cualquiera menos Casado, todas estas personas eran cívicas y
honestas, a ninguno le dio por robar en el trabajo o la calle ni se le ocurrió
presentarse ante quienes éramos sus compañeros como titulado en máster del
universo por la universidad de Pernambuco, provincia de Arévaca. Como puede
imaginar cualquiera menos Casado, todos sabían, porque habían recorrido mundo,
que cuando llegas a un nuevo lugar también te enriqueces de él, también lo
quieres como propio, sin que eso te obligue a renegar de tu origen. Como sabe
cualquiera menos Casado, el cómo se deba comportar alguien, el cómo deba usar
su libertad individual, lo marca la ley, nunca la opinión de un trilero de los
buenos modales.
El
problema es viejo: no son las palabras las que hacen las cosas. Lo que había de
socialdemocracia en el felipismo se quedó en el camino cuando todo lo prometido
en el programa fue invertido como sí se tratara de un guante. De una goma que
se estira a conveniencia. En el caso del
historial del PSOE se puede hablar de un principio, del tiempo en que, siguiendo
la tesis central Lampedusa en El Gatopardo, primero fueron los leones. En los años de formación hubo unos cuantos:
Pablo Iglesias, Jaime Vera, Juan José Morato, Antonio García Quejido, Facundo
Perezagua, Tomás Meabe, Virginia González, Evaristo Acevedo, Luis Llaneza,
Belarmino Tomás, Wenceslao y Santiago Carrillo…Ellos sentaron las bases de un
partido y de un sindicato (García Quejido en Barcelona). Dieron cuerpo a la
mitad del movimiento obrero organizado, un objetivo ya de por sí
extraordinario. En el después no es abusivo hablar de los gatopardos, de los
hombres de la República a los que la historia les pasó por encima: Largo
Caballero, Indalecio Prieto, Daniel Anguiano, Ramón Almoneda, González Peña,
Juan Negrín, Luís Araquistáin, Jiménez de Asúa, Max Aub, Julián Besteiro,
Fernando de los Ríos…Sí queda algo de socialdemocracia-socialdemocracia, como
aquello del café-café que nos decía Manolo Sacristán, es lo que subsiste en
unas bases cada vez más augustas, cada vez más alejadas de la juventud, entre
aquellos que creen que lo menos malo posible que siendo la única opción viable
porque más allá está la derecha furiosa, la misma que trata de extremista, de
comunista, de radical cuando ellos están haciendo socialmente bueno el régimen
de Franco. Cuando los empresarios y el Banco de España abogan por el
esclavismo, aquel de la peonadas que todavía perfectamente visibles en los años
sesenta. Cuando los trabajadores del campo se agrupaban en el “pollo” del
pueblo a la espera del capataz que los contratara a su placer. Que no sabían sí
lo iban a escoger al día siguiente. Necesitamos recuperar la socialdemocracia de los
leones, aunque de momento ya nos valgan la de los gatopardos siempre que estos
no acaben como las hienas. Tenemos que volver a Diógenes que se paseaba a luz
del día por las calles de Atenas con una antorcha, y cuando le preguntaban
sobre lo que estaba haciendo, respondía: “Busco un hombre”. II Internacional
creada en el Primer Centenario (1889) de la Revolución francesa. La que
instituyó el Primero de Mayo con un programa que resulta utópico: 8 horas de
trabajo, 8 de sueño y 8 de ocio creador…La revolución de Octubre de 1917 la
lideró el Partido socialdemócrata ruso.
Para
la economía crítica es evidente que presionar a la baja los salarios no crea
puestos de trabajo (este ha sido uno de los argumentos estrella de las
denominadas políticas de austeridad). Resulta igualmente claro que disponer de
un puesto de trabajo y la reducción de la tasa de desempleo oficial no implica
un aumento de las retribuciones de los trabajadores ni la mejora de sus
condiciones de vida. En el escenario que emerge de la crisis, la
sobreexplotación de la fuerza de trabajo –a través de la represión salarial y
de la aceleración de los ritmos laborales– se ha convertido en una pieza clave
de la Europa realmente existente, del proceso de acumulación capitalista y de
la propia supervivencia del sistema. Por eso hoy en día nos hace falta aquella
socialdemocracia de los Iglesias, los Meabe, los Caballeros, Los Prietos y un
largo etc… Que sea capaz de aunar inmigración con pueblo, cuando se huye del
hambre y de la miseria no hay frontera y no nos vale el trajeado de turno con
floritura en la boca, que para lo único que sirve es para contentar a la
derecha más reaccionaria.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)