sábado, 2 de diciembre de 2017

DOLOR Y EXCLUSIÖN

El capitalismo nos mandata a tener desconfianza de los demás, de los mundos comunitarios y colectivistas. Pues esto les conviene para seguir manteniendo sus minorías privilegiadas y las jerarquías de unos sobre otros, esta falsa idea de búsqueda de la felicidad, lo que se impone día a día, sobre todo en estos pueblos devastados por los efectos perversos del capitalismo, es el dolor. Sí, el dolor es lo más real. El dolor de los más pobres y marginados. De las más pobres y marginadas. De las niñas y los niños a quienes se les arrebata su derecho de soñar. Quienes cargan en sus espaldas con la mierda generada por los de arriba son los pobres, siempre son los pobres. Los de arriba generan guerras de pobres contra pobres, inyectan la ideología de querer ser como el opresor, con sus valores egoístas e individualistas, con estas condiciones nos encontramos con un informe de la CE.
El Informe que la semana pasada presentó la Comisión Europea sobre Empleo incluía un apartado sobre pobreza en la UE que pone los pelos de punta. A pesar de una leve mejoría general, los indicadores utilizados ponen de manifiesto que el ascensor social sigue averiado y sin fecha prevista de recuperación y que “lo social” mismo se ha convertido en un lodazal que empuja a la ferocidad para salvarse de la quema. Muy pocos y pocas de los que cayeron en el pozo de la pobreza o la exclusión a resultas de la crisis del 2008 han recuperado la situación anterior. Entre los datos escalofriantes constan los siguientes:
 1) A pesar de una disminución en el número de personas expuestas al riesgo de pobreza o de exclusión social, la proporción sigue en ritmos críticos o severos en algunos países. Más de un tercio de la población en Bulgaria, Rumania y Grecia (situaciones críticas) estaba considerada como expuesta, con un marcado aumento para Rumanía en 2016. Esta proporción era también notablemente superior a la media de la Unión en Italia, Lituania, Letonia, España, Croacia y Chipre. En una perspectiva de largo plazo, una sensible bajada en relación a 2009 se ha observado en Letonia, Polonia, Bulgaria y Rumania, mientras que el riesgo de pobreza o exclusión social es claramente más elevado en Grecia, Italia, Chipre y España:
 2) La parte de la población de la UE amenazada de pobreza monetaria se ha estabilizado en 2015 y 2016. A nivel de los estados miembros la tasa ha disminuido o permanece estable en 17 estados miembros. En los otros países, las alzas más importantes (alrededor de un punto o más) se han observado en Luxemburgo, Países Bajos (ambos países conservan riesgos de pobreza relativamente débiles), en Italia y en Bulgaria. Si se examinan los niveles, los estados miembros que presentan una mayor proporción de población en riesgo son Rumania, Bulgaria y España (22% o más). Entre tantas otras cosas más, el Informe destaca que el riesgo de pobreza se incrementa sustancialmente entre las personas con trabajo autónomo y con contratos atípicos.
Este que es nuestro país de fábula se lleva todas las collejas en este campo. Absolutos campeones de las peores lacras del capitalismo senil y cutre que gobierna nuestro país. Nótese que también en esto de los modelos de capitalismo hay sus diferencias y, mire usted por donde, nos ha tocado convivir entre la caspa del casino del pueblo y la gomina de los nuevos tiburones cosmopolitas.
La conclusión más evidente de los datos que hemos mostrado hablan de un crecimiento desconocido de la desigualdad entre países y en el interior de los mismos; de que el crecimiento económico que ha comenzado a vivirse en las economías europeas desde 2014 no consigue revertir la tendencia a un incremento de las diferencias sociales; que tiene un impacto muy limitado para conseguir sacar a la población empobrecida durante la crisis de su situación de exclusión; que aprovecha de manera muy desigual a los distintos sectores sociales concentrándose en la parte alta de la escala social los mayores beneficiarios del mismo; que la “normalización” y extensión de lo que hasta ahora eran trabajos atípicos pone de relieve que el problema de fondo se encuentra en el modelo económico dominante; y que el empleo no es ya una fuente de integración y promoción social: el crecimiento de los “trabajadores pobres” (casi un 14% en España) muestra esa dimensión brutal de un sistema económico basado en el expolio y la privación. Hoy resulta difícil imaginar una sociedad democrática que coexista con elevados niveles de desigualdad. La crisis y la salida a la misma ha construido un sistema de exclusión estructural: cada vez menos personas están llamadas a pertenecer a la categoría de “integrados”, esa que era una aspiración plausible hasta hace no tanto. En España poco más de un tercio de la población puede situarse en niveles de integración plena. El resto pena entre la integración precaria y niveles severos de exclusión. Nuestra querencia por la igualdad y el sufrimiento social producido por la crisis ha incrementado –dicen las encuestas- nuestra empatía y nuestra preocupación por los otros. Hoy no podemos perder de vista esta situación, la cólera de los excluidos puede manifestarse de muy diferentes maneras y la característica más señalada de nuestros tiempos es la incertidumbre.