domingo, 21 de junio de 2015

CIUDADANÍA Y FRONTERAS

“Las fronteras de las nuevas entidades políticas-económicas, en las que se intenta preservar las funciones de la soberanía del Estado, no están ya situadas en los límites de los territorios; están dispersas por todas partes, allí donde se efectúa, o se control, el movimiento de las informaciones, de las personas y de las cosas…” [Etiienne Balibar]

Uno de los pocos recuerdos de mi niñez era cuando los  “Hermanos de la Salle” nos llevaban a Rostrogordo de excursión, allí mientras jugábamos los tanques hacían maniobras. Aún me viene a la memoria lugares como Seganga o Nador; o como correteábamos por el Gurugú mientras los legionarios transitaban hacia el cuartel. De aquello ya no queda nada. Y de la vida en Melilla, esa ciudad intercultural, donde las tres culturas coexistían tampoco. Los niños entremezclados en el Parque Hernández entremezclábamos cromos.
Hoy en el monte Gurugú, ese monte que divisiva la ciudad, se hacinan miles de subsahariano que esperan saltar la Mar Mediterránea para acabar como un  “Sin” en el paraíso capitalista, o bien sucumbir en el gran cementerio en que se ha convertido la Mar. Pero antes sucumben y son explotados por mafias o por las cuchillas de una frontera artificial. Esa España que iba desde Seganga a Nador ya no existe, lo que existe es una inmensa valla electrificada y la orden de la devolución.
Desde Occidente, desde la UE hablamos de números y no de personas utilizamos la estadística para esconder nuestra hipocresía (perdón, mejor hablar de una manera antropocéntrica y decir blancura, por lo del hombre blanco). Es mejor criminalizar al que huye. O mejor como dice la profesora Adela Cortina hablemos de odio, de odio al pobre (Aporofobia). Mientras tanto escondemos en una caja fuerte la realidad, y construimos una realidad virtual.
En África ya no se habla de Lubumba, ni de Franz Fanom y a la violencia de los oprimidos se le denomina terrorismo. Hay que crear  “fronteras” artificiales o virtuales para evitar una nueva invasión de los bárbaros que pueden destruir nuestra civilización. En África existen otros héroes que llevan turbantes y barbas. Héroes que imponen un absolutismo teocrático, pero qué casualidad son armados por Occidente.
Nadie habla de la realidad, de lo que verdaderamente existe. ¿Cómo es posible que uno de los primeros países donde triunfó el islamismo radical fuera uno de los primeros que en Africa se reivindicaba del socialismo Árabe? Algo habremos hecho mal cuando por conseguir un mineral como el Coltan hemos dejado que desaparezcan dos países en una guerra planificada por multinacionales.
Hoy más que nunca está de actualidad las tesis de Rosa Luxeburg, sobre todo el capítulo titulado el Militarismo: “El militarismo tiene una función en la historia del capital. Acompaña todas las fases históricas de la acumulación. Es lo que se denomina la “acumulación primitiva”, es decir al principio del capitalismo europeo, el militarismo juega un papel determinante en la conquista del Nuevo Mundo y de los países productores de especies, las Indias; más tarde, sirve para conquistar las colonias modernas, para destruir las organizaciones sociales primitivas, y para apropiarse de sus medios de producción….” Hoy día dicha acumulación se vuelve a dar, y aunque no es el tema un economista como David Harvey la denomina acumulación por desposesión. Una acumulación que se da tanto en la metrópoli como en los países del Tercer Mundo. Y si no que es el austericidio que supone la miseria y la tercerización de todo el Sur de Europa que ha supuesto el retroceso de derechos sociales y una devaluación competitiva  que supone una bajada de salarios brutales que nos retrotraen a períodos de los sesenta, con una pérdida de un 20% del salario.
Queda en el tintero la destrucción de países. Sólo pondré por ejemplo como con la derrota del estalinismo, la UE el FMI y la burocracia de Yusgolavia se lanzan en una guerra fratricida despertando viejos monstruos y un nacionalismo exacerbado (apoyados bien por Alemania, bien por el Vaticano o los USA), se destruye el modelo autogestionario y multicultural de Tito. El objetivo se cumple. La exYougoslavia se convierte en una serie de países dependientes o en protectorados y se produce una acumulación por desposesión mediante la desaparición de la propiedad social. Y al mismo tiempo la península balcánica se convierte en el portaviones para asaltar todas las materias primas de Rusia y para evitar el renacimiento de aquella como potencia.
Podíamos hablar sobre otras realidades que hacen que aquellos seres humanos, con cultura milenaria, se conviertan en víctimas y caigan en manos de mafias de camino al paraíso occidental donde se convertirán en los  “sin”. Pero tan solo hay que lanzar una pregunta que quizás habría que contestarse: ¿Cómo es posible que el Yihadismo radical se haya implantado en todos aquellos países donde triunfó en la década de los cincuenta el socialismo árabe?

Javier Méndez-Vigo `[Artículo publicado en Tribuna Socialista, Junio 2015]