domingo, 10 de noviembre de 2013

FASCISMO

Los fascistas en el siglo XXI ¿Quiénes son? Al oír, hoy, la palabra fascismo, tendemos a pensar en organizaciones de extrema derecha e individuos fácilmente reconocibles por sus signos externos: cruces gamadas, banderas preconstitucionales, consignas xenófobas, agresiones brutales… Pero, sin minimizar la gravedad de estas expresiones extremas, el verdadero problema hay que verlo en el profundo arraigo del fascismo en todos los estamentos y niveles de nuestra sociedad; un arraigo tan profundo que, de alguna manera y en alguna medida, afecta a la gran mayoría de la población y se manifiesta en conductas y actitudes que tendemos a considerar “normales” (y por desgracia lo son en el sentido estadístico del término). Entre los rasgos más arraigados y preocupantes de esta generalizada la norma fascista de la sociedad, cabe destacar los siguientes: el dogmatismo, la competitividad exacerbada, el machismo, el racismo y la xenofobia y el puritanismo. la burguesía asustada no se conforma con inventarse un Gran Enemigo a la medida de su cobardía, sino que ve amenazas por todas partes, en todo lo diferente; todo lo que pone en cuestión las normas y valores en que se basa su ficticia seguridad le provoca un miedo irracional y exasperante, una auténtica fobia patológica. Por eso el fascista es xenófobo, racista y sexista; por eso es dogmático, violento y autoritario, tanto en un sentido activo como pasivo: quiere imponerse por la fuerza, pero también quiere someterse a una autoridad indiscutible. Sencillamente, hay conductas y actitudes que tienden a perpetuar el orden establecido y otras que tienden a transformar la sociedad. Y en este sentido, como decía Sartre, todos somos medio cómplices y medio víctimas del sistema (aunque no hay que entender lo de medio y medio en el sentido literal del cincuenta por ciento: algunas personas son muy cómplices y muy poco víctimas, y viceversa). ¿Crímenes contra la humanidad?, solo el fascismo, su idologia, incita y comete... Y sino que ha pasado en la piel de toro. Trajo tras sí los fusilamientos, los treinta y más años de cárcel en condiciones deplorables, el robo de niños y las violaciones en masa; mientras cebaba el desprecio y la miseria en el más profundo y doloroso sentido que encierra la palabra, entregaba en porciones país y economía al yanqui, patente bélica, llenando de bases USA suelo peninsular e islas, perpetuando el genocidio humano hasta su muerte durante décadas de poder absoluto, con los cinco fusilamientos en 1975. Que sus herederos retoman, hasta nuestros días tras similares métodos, ampliados y enriquecidos. Camuflados entre pactos, es que alarga los días la in-transitada democracia de ladrones y corruptos; carnada de engorde del fascio capitalista, para la perpetuidad de la oligarquía, de los grandes monopolios y multinacionales usurpadores de vienes ajenos de producción y fuerzas productivas, a antojo del clan de intereses personalizados, marcas y compañías por el expolio del petroleo, vías aéreas, medios de comunicación, bases de guerra estratégicas, nucleares, campos de tiro y demás maniobras de carácter bélico, anulación de culturas e imposición de la esclavitud a escala internacional como mediación laboral, dan por ley “una justicia” de nombre universal, tan falsa como su democracia. Que permite juzgar crímenes contra la humanidad independientemente de dónde se hayan producido los hechos, arma de doble filo!La ONU lleva casi 80 años, intentando a la desesperada juzgar a los criminales contra la República, del golpe de Estado genocida que acarreo un millón de muertos sino más. Entre los varios miles de crímenes que lleva investigados, están los fusilados en 1940, ya finalizada la impuesta ¿guerra?, del Presidente de la Generalitat, Lluís Companys, entre otros cincuenta más cargos honorables de la República asesinados, y decenas de “menos honorables” por no tener poco más que el nombre y pueblo al que pertenecieron.
74 años después “los vencedores” han disfrutado de poder y corrupción como el asesino Fraga, Martín Villa y Cía, incluida la monarquía impuesta. Setenta y cuatro años de fusilar poetas, maestros, artistas, mineros, comunistas, anarquistas, mujeres, niños, jóvenes antifascistas. . . han seguido matando, encarcelando hasta la muerte. Torturan a los pueblos con identidad propia; a todo el que lucha por su supervivencia, incluido el que cruza el estrecho. Ya es hora de acabar con esta injusticia
José María Domínguez