
Imponerle
a la humanidad el “sentido común” de esa inmensa minoría que es la burguesía,
es un sinsentido descomunal que reina a sus anchas en un mundo donde: “La súper
concentración de riqueza, imparable. Indica que la desigualdad social es una
traba para eliminar la pobreza en el mundo. Ese “sentido común” hegemónico
también sirve para inducir aberraciones jurídicas y no pocas “leyes” oligarcas
se fincan en la premisa de no molestar a los paladines de la “propiedad
privada”, no inmiscuirse con sus libros contables, no saber cómo se manejan las
finanzas ni los presupuestos y, desde luego, santificar el uso de la “fuerza
armada” contra todo aquello que le quite el sueño a los patrones. Hay que ver
la retahíla de leyes, reglamentos y códigos inventados para mantener la
“estabilidad” del sistema, para dar “seguridad” y predictibilidad a statu quo,
para que no se toque la riqueza de los gerentes, empresariales o
gubernamentales ni con el “pétalo de una rosa”. Como harían “los países
serios”, si existieran.
Por
un lado, la llamada “recuperación económica” encuentra sus límites en un marco
internacional de cierta recuperación pero sin perspectivas a mediano plazo (con
baja inversión, bajo crecimiento del comercio internacional y de la
productividad, y burbujas financieras que están en niveles “pre-crisis”). Pero
al mismo tiempo sigue descansando sobre los hombros de la clase trabajadora y
los sectores populares, en forma de desempleo de masas, precariedad, deflación
salarial y desmantelamiento de servicios públicos y otros derechos como las
pensiones. Una ampliación de la miseria que golpea en especial a la juventud,
las mujeres y los inmigrantes. Por el otro, las grandes demandas democráticas
que se plantearon del 15M en adelante, como el rechazo a la “casta política” y
su corrupción, a la Corona y en general a esta democracia para ricos, siguen
vigentes.
La
teoría del trickel-down (literalmente «goteo hacia abajo») tiene su origen en
una vieja idea del filósofo y sociólogo alemán Georg Simmel, quien en 1904
entendió que la moda se difunde conforme a un proceso de transferencia de la
forma de vestir y de los gustos desde las clases más altas a las más bajas
según procesos de imitación y diferenciación; igual que el fenómeno físico del
goteo, desde arriba hacia abajo. Ochenta años después la metáfora se trasladó
al campo de la economía, dando lugar a la tesis del «goteo» o «derrame», según
la cual sólo el crecimiento económico puede erradicar la pobreza.
El
estancamiento de los salarios acompañado de un aumento de las horas trabajadas,
que forma parte de este aciago cuadro, se inicia en los EEUU de Norteamérica en
los años setenta; ha sido la eclosión del consumo a crédito –que ha alcanzado
categoría de institución universalmente imprescindible en todos los así
llamados países desarrollados– la que lo ha disimulado a cambio –eso sí– del
incremento notable de la deuda de los hogares, fenómeno que dicho sea de paso
forma parte del crecimiento monumental del sector financiero de la economía, y
que acontece a escala mundial en detrimento del sector productivo.
Un
endiablado nuevo rompecabezas social para los sindicatos y los partidos de la
izquierda que en buena medida explica la crisis de sus propuestas políticas. Si
centramos nuestra atención en España, a partir de 2013 nuestro país disfruta de
un sostenido crecimiento del PIB y de una revalorización del capital en
acciones al mismo tiempo que se observa un triple fenómeno que señalan los
profesores Ariño y Romero: «una caída brusca de la remuneración de los
asalariados, que se manifiesta en el crecimiento de la categoría de 0 a 1 SMI
[salario mínimo interprofesional], territorio claro de la precariedad y la
temporalidad; un incremento de los salarios que cobran los grupos más altos,
muy especialmente los que perciben por encima de 5 SMI, y en consecuencia, un
distanciamiento salarial entre quienes se sitúan en el tramo de 0-0,5 SMI y los
que perciben más de 10 SMI». O sea, más divergencia, más desigualdad, más
injusticia.
Como
estamos viendo, el rico cada día es más y el pobre cada día también es más
pobre y explotado.
Soluciones hay: Tasa Tobin, Renta básica universal,
Impuestos a los depósitos bancarios de más de doscientos mil euros que no se
muevan…