jueves, 23 de abril de 2015

¡CIUDADANOS!

* artículo publicado en Tribuna Socialista nº15

Vuelve una consigna que es un  “cajón de sastre”, donde  cabe todo y que sustituye a aquél grito de ¡proletarios!. Una consigna puente para que los de abajo expulsen a la casta. El neolenguaje expulsa del terreno político a la ciencia de la historia. Y como en el tercer período de la Internacional comunista se utiliza para intereses bastardos. Casta, término de la ideología fascista, se utiliza para expulsar a los partidos de la élite (otro término de la sociología, que en los años 30 pretendió expulsar al basurero de la historia al marxismo). Términos ideológicos que se utilizan para no distinguir entre bases y direcciones. Términos que recuerdan a los años 30 cuando el estalinismo  impuso la consigna del socialfascismo, para defender que el enemigo no era el Partido nazi de Hitler, sino que el verdadero enemigo residía en la socialdemocracia alemana (aunque hoy esa consigna sea cambiada por la expresión: “PPPSOE la misma mierda sois”). Son los peligros de un  “populismo de izquierda”.
            El marxismo, Leon Trotsky, sin embargo utilizan el término científico que por supuesto aclara mucho mejor la situación del momento histórico que nos toca vivir. Este término no es otro que el de burocracia válido tanto para un análisis de los Partidos como de los sindicatos.
            Lo ismo sucede con el concepto de ciudadano. Un término de la sociología burguesa y que aparece con la Revolución Francesa. El problema reside en que no puede ser utilizado de manera abstracta como hace determinado populismo de izquierda, que dice que Botín es tan ciudadano como cualquier otro, o incluso mejor ya que es un buen empresario que crea trabajo. Pero dicho populismo no dice nada de lo que significa ser empresario en una sociedad capitalista, ya que lo (in)justo  de dicha profesión  consiste “en explotar y apropiarse de la plusvalía del trabajador”.
            ¿Podemos recuperar  el término deciudadano? Por supuesto y es lo que ha hecho siempre el “marxismo abierto”. Pero dándole un contenido político real. Es decir, recuperando su sentido primigenio y republicano en la época burguesa. Un término que no puede separarse de una democracia real y que su eje fundamental se basa: en la libertad como no- dominación  y en el derecho a tener derechos. Presupuestos que una clase burguesa senil y en decadencia ni quiere ni puede concedernos.
            Desde la postguerra y los Años Glorioso la ciudadanía estaba vinculada al trabajo y a la integración social. Era lo que denominábamos ciudadanía económica y social. El pacto keynesiano institucionaliza lo que consideramos como ciudadanía social con una serie de derechos sociales y económicos.
            Pero la ciudadanía es producto del conflicto ya que no puede separarse ni de la polis ni del demos. Ya en comienzo viene a significar le droit de cité. No se puede concebir le citoyen sin el demos. Pero esto supone una relación dialéctica y conflictiva y donde más se percibió lo dicho es en la ciudadanía social pues como dice Etienne Balibar “esta figura de la ciudadanía representa desde el punto de vista histórico una conquista democrática, si bien dentro de ciertos límites, que a su vez impiden de modo paradójico una ulterior progresión, mientras que la idea de progreso le es, sin embargo, inherente”.

Javier Méndez- Vigo Hernández


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