sábado, 8 de julio de 2017

LOS SALARIOS BAJOS








Los salarios bajos, mientras los empresarios siguen obteniendo importantes ganancias sin hacer  una distribución de  la riqueza obtenida  entre sus propios trabajadores. Explotación desmedida y,  gula financiera y económica.  Los medios privados, algunos disfrazados de  medios que  representan a sectores de izquierda de la población,  siguen la  estela de  la impunidad  empresarial, empujando  a un sector de  la población  a la  “radicalización” que  luego muy bien se encargarán de criticar.  Ellos, ese  empresariado avaro, egoísta  e indiferente, alimentan el crecimiento de masas que apuestan por partidos que sean más coherentes entre  lo que dicen, lo que practican y  lo que hacen, aunque mientan. Es una ecuación sencilla, la desaforada avaricia de las empresas  produce malestar. Así  mismo llamar  radicales a partidos que tienen representación democrática en el parlamento, es  doblar las palabras, cambiar el sentido de las mismas y generar confusión. Ni siquiera son eufemismos. Es mentira. Otra cosa es que cambiemos el idioma  y  ampliemos  la  significación  de  la  palabra  “radical”.  Porque por “radical” entendemos  el terrorismo,  o actitudes  cercanas a  hechos violentos, trágicos, pero no se puede establecer por “radical” a partidos que representan a unos cuantos  millones de  personas. La pregunta es; ¿por qué esos  millones de personas se refugian en  esos partidos?  Y  la respuesta es sencilla,  porque los partidos tradicionales tienen  las manos sucias  de haber engañado  al pueblo, y además haber beneficiado a  los amiguetes, banca, Ibex35  y como broche de  oro, tienen  entre sus  filas, -a  los que  además defienden-,  personas que  se han enriquecido  usando  sus  puestos  de  funcionarios  para  mordidas  y  negocios familiares, aunque hay una esperanza que las bases de algunos partidos cambien las cabezas dirigentes y realmente vuelvan a ser de izquierdas. Bancos que compran otros bancos, en una desmedida ambición de crecimiento con la anuencia y el apoyo del estado,  generando el  descabello de los trabajadores futuros parados para mantener la mano de obra barata, y sin tomar  en cuenta que quizás hay ciudadanos que no quieren tener cuenta en determinados bancos  de los que  se han  sentido estafados. Pero  al ciudadano  no se  lo toma  en cuenta. Empresas  que  siguen teniendo  importantes  ganancias pero  que  siguen pagando salarios bajos a sus empleados, con la indulgencia del estado que nada hace  por ejercer alguna  presión para  dignificar el  salario de  la gente. Solo  livianos consejos que no sirven para nada.
Los clasistas menosprecian y tratan de humillar a cualquiera que desde los barrios populares alcance lugares que creen reservados a los de su estirpe por nacimiento y origen. Atacan de manera furibunda a cualquiera que se haya esforzado de verdad. El que ha tenido una vida fácil, acomodada, privilegiada, no soporta que un elemento extraño de la plebe alcance con muchos más sacrificios el mismo sitio que ellos ocupan por razón social. No toleran que alguien del estrato social más bajo y sin capital social ni económico cuestione su posición heredada y quite el lugar que algunos tienen asegurado vía sanguínea o dotada por un conocido del colegio de la “elite”. El dinero importa, pero no tanto como esa red social tejida a lo largo de la historia en la que unas pocas familias ocupan los lugares de preponderancia a costa de cortar el paso a los que valen mucho más pero no tienen amigos, conocidos o familia en los puestos de decisión. Los primeros artículos sobre el mileurismo probablemente fueron escritos por periodistas a los que les parecía inconcebible que alguien (¡quizá sus propios hijos!) cobrasen tan poco a pesar de todo su esfuerzo. A medida que el término se popularizó, muchos empezaron a admitir sin complejos que ellos también lo eran. El listón ha ido bajando tanto que, en algún momento de esta última década, aquello que parecía una lamentable excepción ha terminado convirtiéndose en deseable. No son ni una ni dos las veces que en los últimos años he oído hablar de una paga de 1.000 euros mensuales (¡brutos!) como “un buen sueldo”. Que el gobierno rescate a la banca, no pasa nada, pero que el salario mínimo suba a más de 1000€, sí que es un escándalo, para los bien pensantes clasistas, Nos quieren mantener con los salarios bajos, yo diría salarios de hambre, es la forma de mantener (para ellos) a un pueblo sumiso. Ya basta, es hora de salir de esta cueva donde nos tienen encerrados Es hora de reivindicar todos nuestros derechos que han sido arrebatados. Es hora de la LUCHA DE CLASE

1 comentario:

  1. PUES que estaría muy bien que este pensamiento calara en mucha mas gente , y la masa trabajadora se levantara y dijera basta de explotación, queremos que nuestro trabajo, nos de para vivir.

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