sábado, 9 de junio de 2018

¿UN NUEVO SOCIALISMO O MÁS DE LO MISMO?


¿Acaba de ganar para su PSOE un millón de votos, o dos? ¿Cuántos le ha quitado a Podemos con el arma de feminización masiva en que ha convertido al Gobierno? Atención a las próximas encuestas. Además, frente al autoritarismo formalista en las maneras de Rajoy, casi ha parecido que hasta el periodismo participaba en esta selección de personal, consiguiendo incluso colocar a uno de los suyos. Sánchez puede aprobar una serie de medidas populares que le permitan ampliar su zona de confort entre el electorado. Temas como la derogación parcial de la Ley Mordaza; la revisión de los aspectos más lesivos de la reforma laboral del PP; la actualización de las pensiones con arreglo al IPC; la legalización de la eutanasia; mejoras en las políticas de igualdad y dependencia; y otros asuntos de semejante talante que no “cuesten dinero” permitirán a Sánchez aumentar su crédito entre la ciudadanía para mitigar envites desestabilizadores a corto plazo.
La agenda del olvido de actores políticos de izquierda (Unidos Podemos) y agentes sociales (CCOO y UGT), comprometidos con el “váyase señor Rajoy”. La centrales sindicales, que protagonizaron una huelga general contra la reforma del mercado de trabajo decretada por Zapatero (pactaron la de las pensiones) ya han insinuado que no piensan tomar medidas drásticas en ese terreno. Se contentaran con meros retoques sin sacar los pies del tiesto como manda el manual del consenso. En ese marco el papel más incómodo le corresponde al partido morado, el único en proclamar su apoyo incondicional a la moción de censura. Otra coincidencia con lo ocurrido en la Primera Transición. Donde el PCE sufrió una opa amistosa (fuego cruzado) del felipismo que derivaría en una decisiva migración de militantes, cuadros y votantes desde las filas del carrillismo hacia el emergente PSOE. Una espada de Damocles difícil de esquivar para Pablo Iglesias si la “era Sánchez” se afianza como Segunda Transición, dado que buena parte del capital político de Podemos proviene de socialistas desamparados. De activarse esa hipótesis, el pablismo se encontraría ante un dilema envenenado habida cuenta de su incondicionalidad de origen.
¿Qué puede ayudar esto a la clase trabajadora de este País? Cuando la realidad nos dice que la verdadera situación de urgencia la padecen las 12.000.000 de personas que viven en la pobreza o en su umbral, los millones de trabajadores y trabajadoras pobres que no llegan a fin de mes con salarios de miseria, la juventud condenada a emigrar y a ser sobreexplotada en el extranjero o los 64.000 nuevos parados de este pasado Abril y las mujeres doblemente oprimidas…
Hay un cuerpo político por encima de la gente con escaso interés real por distribuir el poder en la sociedad. Su interés está concentrado en capturar electoralmente a la ciudadanía En sentido contrario, el socialismo de hoy debe procurar la institucionalización de mecanismos de mediación entre sociedad y política, lo que pasa por crear amplios espacios de participación ciudadana. Facilitar esta participación en la formación de voluntades de gobierno, en lo local, en lo regional y en lo estatal. Justamente, la participación ciudadana es lo que hace que cada vez más la vida política refleje los intereses, proyectos y opciones de la ciudadanía, y no de los grupos instalados en su interior, como ahora sucede. Uno de los grandes retos del socialismo es el de la relación entre leyes y democracia. Esta última, es fuente de leyes que deben ser respetadas a fin de que la sociedad funcione de acuerdo con unas reglas de juego adoptadas. Pero el Estado de Derecho debe rendir cuentas al Estado Democrático, cuando las leyes vigentes no están preparadas para resolver conflictos. Es entonces cuando la democracia debe disponer los cambios legales que se necesiten para una vida en sociedad. El socialismo no debe caer en la trampa del liberalismo de atrincherar la realidad en una camisa de fuerza tejida por leyes inmutables. Para la derecha la prioridad es lograr la obediencia de la ciudadanía, pero para el socialismo debe ser lo contrario: debe impulsar una ciudadanía crítica, el socialismo debe ser hoy una fuerza social y política por democratizar la democracia. Una democracia de ventanas abiertas, que permita una buena ventilación en la sociedad, frente a la democracia delegativa, frente a la democracia minimalista o restrictiva, frente a la democracia únicamente procedimental (para elegir gobiernos).


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