domingo, 13 de enero de 2019

AQUELLOS POLVOS, ESTAS TEMPESTADES



El espléndido realismo del ‘divide y vencerás’ ha quedado obsoleto y superado por el fétido hiperrealismo del ‘multiplica y derrotarás’. El enemigo no existe, sólo más de lo mismo, multiplicado hasta el infinito. El sabor dulce de la victoria no es nada frente a la fascinación de ahogar, humillar y derrotar al diferente, al virus, al que no es sino  lo mismo. Las identidades y las diferencias quedan reducidas a un juego de simulaciones infinitesimales, de cambios, de estupideces máximas. Poco importa ya que Marx tuviera razón, que en realidad capitalismo y democracia sean incompatibles, puesto que en la hiperrealidad no rigen ni la lógica formal ni las relaciones causa-efecto, basta con que haya muchas opciones para elegir y que todos puedan verlas, nada más. Así entre capitalismo y democracia hay una unidad indisoluble.
Así, la opción no es dividir a la izquierda, algo histórico en ella. Cuando la excepcionalidad del momento hace que incluso separada pueda gobernar, la opción es multiplicar las derechas (que el postre mantendrán la unidad con los pactos dobles, triples y teatrillos parlamentarios que sean necesarios: más de lo mismo). Y como ave fénix ha resucitado de sus cenizas el franquismo. En la esfera real toda exhumación no significaría más que un mero traslado de restos óseos. En la esfera hiperreal remover las cenizas es una auténtica resurrección y no fantasmal, sino terrorífico. El miedo nos hace huir del peligro, el terror nos abraza a él.
En los últimos diez años de fuerte deterioro de los derechos sociales, que son las que han producido la gigantesca abstención que ha permitido el triunfo de lo que llaman “las derechas” en las últimas elecciones, ni inviten a la más mínima autocrítica. No se puede luchar contra los lodos de ahora (la aparición electoral de la ultraderecha y la mayor derechización de la derecha dura) sin denunciar aquellos polvos (no solo de la Transición sino también de los cuarenta años siguientes) que produjeron los grandes partidos de izquierda. Para construir, o reconstruir, una verdadera izquierda andaluza, aunque sí ha sido el pesebre en que se ha alimentado (no solo económicamente) mucha gente y gran parte de las “personalidades” autoproclamadas progresistas. Lo siguiente, no separar luchas sociales por la defensa de derechos con lucha nacional andaluza por el reconocimiento de nuestro derecho colectivo a decidir por nosotros mismos (entre otros objetivos, para que no ocurra, como ahora, que el futuro de nuestras instituciones políticas se negocie y decida en Madrid). El poco más del 6% sobre el censo electoral que ha conseguido Vox justificaría, supuestamente, tocar a rebato por lo que llaman “emergencia democrática”. Sin duda, hay que defender los derechos ya conquistados y denunciar la derechización general de partidos e instituciones. Pero sin hacer de esta defensa el único objetivo político ni suspender otras luchas por ampliar esos mismos y otros derechos, hay una lógica, infra lógica, instintiva, inconsciente, más poderosa y fundamental que la híper-lógica. Es la lógica caciquil: más de lo mismo, pero de lo peor, sin simulacros, áspera, machista, sin obediencias simuladas, más bien serviles, castradas.
Apoyo a la educación diferenciada, medidas contra el aborto, creación de una consejería de Familia, deportación de inmigrantes, derogación de la ley de memoria histórica… estas son algunas de las joyas incluidas en el pacto entre PP y VOX que abren las puertas de la Junta de Andalucía a los Populares. El acuerdo entre nostálgicos del franquismo y fans del mismo, junto a otro pacto tangencial con C’s (que no ha querido mancharse las manos, pero sí pillar parte del pastel) conformarán en tripartito de derechas que gobernará Andalucía durante los próximos años. Los Populares, tras usar el cordón sanitario a la extrema derecha que recomendaba Europa como tanga para la noche de amor que han consumado Casado y Abascal, aseguran que han conseguido llegar a un acuerdo tras una ardua negociación.
La más terrorífica de las noches ha llegado, esperemos y confiemos que esta noche aterradora se quede en los confines del An-dalus que no sea extrapolada al resto de las nacionalidades ibéricas. Nunca ha tenido tanto poder de decisión la abstención, por mostrar una  disconformidad a unas listas, han caído en una tormentosa y borrascosa noche, donde casi todo el resto del Estado (aunque no se sea creyente) se oye el siguiente rezo “Virgencita que me quede como estoy”   

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