“El desmantelamiento de la intelectualidad y la derrota política
de la izquierda abren la puerta a la ultraderecha”
¡La
sorpresa estalló en las elecciones Andaluzas! Este análisis
simplista de una imagen electoral no explica nada, si acaso la
ignorancia o la manipulación de las cifras. Pero ni siquiera esta
imagen es real o simplemente expresa un sentimiento. La elecciones
andaluzas expresan entre otras cosas el “hastío”
de políticas que sólo se diferencia en un grado mínimo. Ni
siquiera la “nueva izquierda” ha sabido arrimar dicho hastío. Y
el voto de izquierda, reformista o nueva se ha quedado en casa, lo
que ha supuesto la aparición de la ultraderecha con fuerza en el
Parlamento Andaluz.
De
verdad, pensaba la izquierda que era imposible la vuelta de la
utraderecha? Ilusos. Lo sucedido no es más que la consecuencia de lo
que sucedió hace ya 40 años. España no fue el Portugal de 1974. Un
Portugal que nos amamantó en el VI Congreso de las JJSS.
Unas JJSS que asumiero un
programa anticapitalista
y rupturista
defensoras del único régimen constitucional hasta la fecha (La
República). Unas JJSS que asumieron la lucha de clases en Vitoria
(1976). Mientras el PCE
hablaba de reconciliación nacional
y la “derecha franquista” firmaba las últimas penas de muerte
(entre dichas firma se encontraba la de D. Manuel Fraga). En España
no hubo ruptura y el
PSOE (después
de quedarse sólo en la Comisión por la República) terminó por
aceptar la monarquia. Y al final la derecha (Fraga) consigue
introducir en nuestra Constitución el art.
VIII. Pero al final el
partido de Fraga (AP)
se dividió entre la abstención y el No a la Constitución. Asi fue
la corta vida de los “padres” del actual PP.
Mientras
tanto, hasta el 23F de 1981, la extrema derecha (principalmente FN
y los Guerrilleros
de Cristo Rey, junto a la
AAA,
que más tarde devendría el BVE-
que con el primer gobierno de Felipe Gonzalez se transformarían en
el GAL)
camparían a sus anchas. Es la época de “plomo” en los que
asesinarían a Germán
Rodriguez o Yolanda
González entre otros
muchos. No hubo ruptura, sino más bien un Pacto bajo el “ruido de
sables”. Un intento de golpe de Estado a principios de 1978 y un
Golpe de Estado en 1981; en ambos intervino la extrema derecha.
¿Que
sucedió después del 23F? Vino la LOAPPA,
con todo lo que supuso con respecto al problema nacional. Pero al
mismo tiempo el PP
de Fraga supo unificar a toda la derecha (incluida la extrema
derecha)
Durante
40 años esto ha sido el stutos quo en el que se ha mantenido el
bipartidismo en el Estado español, sin olvidar el papel de los
nacionalismos (en particular el del PNV
y el de CiU).
Ese consenso se ha roto. La deriva del problema catalán desde Artur
Más ha caminado hacia el independentismo, que hoy día todavía se
encuentra hegemonizado por la derecha catalana. Una deriva que
polariza la sociedad y hace aparecer el fenómeno de Albert Rivera.
Pero el ascenso de la ultraderecha también hay que buscarlo en la
otra trinchera. Las soluciones de las necesidades de las clases
populares no se dan o se dan a medias. Y aquí entramos en el
problema de una izquierda que no ha sido valiente y en otra izquierda
que no ha sabido recoger el descontento y el hastío.
Una
izquierda clásica (socialdemócrata, que se convierte en social-
liberal) que acepta las tesis del neoliberalismo tanto a nivel
político como económico. Por eso el programa de Pedro
Sanchez fue una “bocanada
de aire fresco” en primer lugar para ganar las primarias dentro del
Partido. Unas primarias donde Pedro Sanchez recogió el apoyo de la
mayoría de las bases del Partido. Luego vendrían las presiones de
ciertos barones.
La
ultraderecha nunca se fue. Con las elecciones Andaluzas se han vuelto
a visibilizar con un programa retrógrado y postfascista.
La ultraderecha española
envuelta en la bandera vuelve con un neolenguaje agresivo basado en
la intolerancia. No quieren terminar con la violencia de género, no,
pero quieren vaciarla de contenido al asimilar hombre y mujer,
olvidándose que a una mujer se la mata (a ella o a sus hijos) por el
mero hecho de “ser mujer”.
Hablan
de Reconquista
(maravillosa palabra). Reconsquista de que. De los valores del
fundamentalismo cristiano. Yo prefiero el cristianismo de la
“Epistola de Santiago” (que por cierto pocas veces se lee en el
púlpito), donde Santiago arremete contra los ricos y la propiedad
pripada. Prefiero el cristianismo que defiende una opción
por los pobres. Aquel que
defendieron I. Ellacuría, E. Dussell o el que asumieron Ateos como
W. Benjamin o E. Bloch (en su Principio de Esperanza)
Ya que la Reconquista supone aniquilación y/ o exterminio.
La ultraderecha es una vuelta al pasado, es romanticismo reaccionario
que defiende una recentralización. Diría más lo que realmente
pretende es volver a una España sin autonomía. Es decir una España
franquista.
La
ultraderecha cambia incluso el lenguaje ante la migración. Lo que
quiere es una migración que tenga los mismo valores (cristiano
funendamentalistas) que nosotros. En el fondo la ultraderecha,
siguiendo los pasos de sus homónimos europeos defienden la
islamofobia.
Es el enemigo a batir. Pero detrás de sus posturas hacia la
migración hay todavía algo más: la ultraderecha defiende la
aporofobia-
el odio al pobre-. Lo
dicho se concreta en su programa hacia las clases populares. Junto a
la derecha de siempre o a la derecha naranja pretenden llevar a cabo
un nuevo ataque a las clases populares (ya comienza a verse en
Andalucia). El proletariado deja de existir, de ahí su defensa de la
armonía y de la no existencia de izquierda o derecha. Han asumido el
lenguaje neoliberal y lo llevan hasta sus últimas consecuencias. El
neoliberalismo nos habla de capital social
y si aceptamos esa terminología consideraremos que aquél que no se
arriesga es peligroso y un vago que prefiere vivir del papá Estado.
Hay que terminar con lo público y con los vago. ¡Viva Malthus! Que
es la antropología darwinista que sustenta el ataque a las clases
populares desde hace 40 años. Yo prefiero continuar leyendo al
“hereje” de Marx, que se encuentra desaparecido
(que casualidad) de los currículos de Enseñanza Secundaria.
Javier
Méndez- Vigo
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