La izquierda tradicional cada
día fue dejando más lastre en la historia. Por ello la batalla
cultural hace tiempo que la dejó de lado. Y el neoliberalismo, al
grito de “no hay alternativa”, consiguió la hegemonía cultural;
lo que conllevó la hegemonía política. Hasta tal punto que su
neolenguaje fue asimilado por la llamada “Tercera Vía”.
Hasta tal punto que el lenguaje se convirtió en lenguaje político y
frente a la defensa de los derechos humanos se terminó aceptando la
política de la “injerencia
humanitaria”.
El
neoliberalismo lo abarca todo y por tanto se transforma en un
totalitarismo económico que tiene su eje en el austericidio,
y en un ataque frontal al movimiento obrero. Para dominar necesita
quebrar a las organizaciones de clase de dicho movimiento obrero. La
verdad es que tuvo ayuda: la derrota del stalinismo.
Pues la caída del Muro no trajo la “democracia obrera
(aquello por lo que lucharon Solidaridad,
Carta del 77
o el KOR),
sino el abrazo de la burocacia stalinista con el capital,
convirtiendose en la nueva burguesía de los países del bloque
soviético que acabaría con las conquistas sociales. Ya León
Trotsky en la Revolución
traicionada (1940)pronosticaba
que dicha derrota iba a suponer un gran retroceso cultural y
político. La verdad es que dicho pronóstico no se quedaba corto.
Ahí tenemos el ultracatolicismo en Polonia o la ultraderecha
(neofascista) en Hungría que supone un auge del neofascismo en
aquellos países. Y que permiten el cierre de fronteras en la última
crisis emigratoria. Como bien decía Miguel
Urban: “Desde
el desplome del muro de Berlín estamos asistiendo a un fenómeno muy
peligroso en la Europa del Este: el importante ascenso social y
electoral de las organizaciones de ultraderecha en aquellos países
hasta hace poco gobernados por los supuestos regímenes del
socialismo real Estas formaciones no han realizado una renovación
ideológica, discursiva e identitaria semejante a la de sus homólogas
de Europa occidental. A pesar de llo, han logrado un importante apoyo
popular, que se ha traducido en la mayoría de los casos en unos
buenos resultados electorales. La fuerza de estas organizaciones ha
consistido en explotar la despolitización y el desprestigio del
proyecto socialista provocado por largos años de dictadura
estalinista, por un lado, y en capitalizar el voto de protesta ante
el descontento social y la inseguridad que están generando las
reformas neoliberales....”
El
desarme ideológico tanto en el Este como en Occidente creado por
esta derrota y por la asimilación de la ideología neoliberal dejan
vacío en el movimiento obrero y en sus organizaciones. Pero como
decía un pensador marxista “la naturaleza aborrece el
vacío”. Y si no existe alternativa para las direcciones de
determinados partidos no queda más remedio que aceptar el lenguaje
del enemigo de clases. Este ha sido el error de aquella izquierda.
Pero si no hay alternativa se deja desarmado al movimiento obrero y
más cuando el capitalismo ya no necesita la “careta humanista”.
Mientras que el capitalismo – y su clase dominante- si que tiene
alternativa que no es otra que la profundización de una acumulación
por desposesión de grandes masas. Para realizar este movimiento el
capitalismo necesita que no exista contestación a sus tesis. Por eso
es necesario un “vaciamiento” de la democracia. Aquí radica el
objetivo de las nuevas derechas o de la ultraderecha.
No
podemos engañarnos, realmente no existen las condiciones para la
vuelta del fascismo. Pero esto no significa que la burguesía
internacional no tenga claro que la democracia, tal como la hemos
conocido hasta hoy, ya no sirva a sus intereses. Hoy en el debate de
investidura en España hemos visto un ejemplo de lo que entiende por
democracia y el intento de desligitimar lo que han votado la
ciudadanía. ¿Veremos cual es la continuación de este teatro que
hemos visto estos dos días?
A
esta nueva derecha algunos pensadores, como Enzo Traverso, lo
llaman posfascismo, otros
neofascismo o por
útimo derecha radical.
El posfascismo viene a
ser caracterizado como el arma que tiene un neoliberalismo en crisis
que implementa el autoritarismo en las condiciones políticas de
dicho régimen. Incluso se puede considera como una ímpolítica,
que no apoliticismo, que surge de la decadencia política vaciada de
tantos años de alternancia en el poder. Siguiendo a E.
Traverso podemos hablar
de una “deriva bonopartista”, para lo que ya no es necesario un
Estado de Bienestar ni ningún pacto social. Cosa que tiene claro
desde la década de los 80 del siglo pasado las cabezas pensantes del
capitalismo.
Desde
hace años esta nueva derecha radical viene construyendo su propio
discurso con unas características comunes que podemos sintetizar
siguiendo a Miguel Urbán:
a)
un populismo multiforme que sintetiza el populismo contestatario
ya que mediante esto rechazan el sistema vigente basándose sobre
todo en un ataque a la corrupción,e populismo identitario
que le lleva a rechazar el pluralismo multicultural y a aceptar solo
lo nacional (VOX defiende primero lo nacional frente al Otro, al
extraño, al Migrante (musulmán, que viene a convertirnos) y por
último un populismo autoritario
defendiendo un Estado fuerte (o la recentralización del Estado y
desaparición de las Autonomías)
b)
un nacionalismo
fuerte (en nuestro caso español ) frente a cualquier otro tipo de
nacionalidad que quiera destruir el Estado. Para esto es necesario
volver a principios que permitan un solo idioma, una sola bandera...,
y todo lo que atente contra ello se considera una traición a la
patria ya que dicho nacionalismo “se estructura
esencialmente en torno a la exaltación y preservación de una
“identidad nacional” supuestamente amenazada por el acelerado
proceso de mundialización de la economía”.
Quizás aquí radique el ataque a la UE por parte de VOX y el
acercamiento a dichas tesis por parte del SG del PP ante la sentencia
del Tribunal de la UE con respecto a Oriol Junqueras.
Existen
más características que preferimos dejar de lado de momento. Nos
queríamos centrar en estas dos características para entender lo que
ha sucedido estos dos días en el Parlamento Español. Esta nueva
derecha radical al final y en el fondo tiene una programa económico
radicalmente neoliberal, que muy poco tiene de anticapitalista (como
pretendían la primera fase de aquellos fascismo históricos). Pero
no podemos olvidar el hecho de que dicha nueva derecha tiene su
antecedente en la contrarrevolución autoritaria
de la década de los 80 del siglo pasado. Esta nueva ola derechista
se afianza en el autoritarismo que permite a las burguesías europeas
a recurrir cada vez más a formas de excepción y de represión
interna. Vuelvo al Estado español donde la Ley Mordaza
está sirviendo para lo dicho. Pero al mismo tiempo (y también lo
vimos estos días no ya en VOX sino en palabras del SG del PP) dicho
autoritarismo permite a dichas burguesías a judicializar
permanentemente la política. Es la utilización
constante de las instituciones judiciales (Tribunal Supremo, Tribunal
Constitucional) tal y como amenazó ayer el SG del PP.
La
contrarrevolución de esta derecha radical nos lleva a un Estado
donde la democracia se vacíe y se debilite, donde funcione más las
instituciones judiciales que el Parlamento (donde reside la
soberanía, según nuestra Carta Magna). Si triunfaran dichas tesis
caminaríamos hacia un Estado
neoliberal- autoritario.
Y en esto España ha dejado ya de ser una excepción. Y hasta en esto
es Europea, pero volveremos en más artículos sobre lo dicho
Javier
Méndez- Vigo Hernández
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