viernes, 3 de enero de 2020

ZANCADILLAS

Ya estamos en el 2020, ¿tendremos Gobierno? Espero y confío que sí, habrá un gobierno de izquierdas, cosa a la derecha le da un miedo atroz, todo lo que no sea ella quien gobierne para hacer sus políticas exclusivistas y favoreciendo a las grandes economías, le da un miedo terrible, pues significa poner a descubierto sus planes ocultos.
Al estar la UE las lanzas se truecan en cañas, no menos afiladas. Nos debemos a sus coordenadas presupuestarias y financieras, sobre todo porque en el pacto de gobierno no figura ni por asomo derogar la reforma del artículo 135 de la Constitución que limita nuestra capacidad crediticia. Tanto que Bruselas se puso la venda antes de recibir la pedrada cuando advirtió al presidente en funciones que el próximo ejercicio presupuestario España debería ahorrar 10.000 millones de euros y dedicar los excedentes que pudieran generarse a rebajar la cuantía de la deuda. A la Comisión Europea no le valió como garantía el nombramiento de Nadia Calviño como vicepresidenta económica anunciado ex ante por Sánchez. Banco de pruebas o potro de tortura para un programa de gobierno que identifica una batería de gastos para reflotar el Estado de Bienestar fabulando sobre los ingresos para financiarlos. La cuadratura del círculo que persiguió denodadamente el maestro Ramón Llull. Poder, si se puede.
Regalo que la derecha extensa no contempla en toda su importancia, obsesionada como está con la <<traición>> que para ella significa esa Coalición Progresista y su paquete de medidas anexo. Y es que aparte del plano político, lo simbólico también representa una inquietante novedad para la <<España de los balcones y las banderas>>. El primer gobierno de izquierdas desde la Segunda República. Si no estuviéramos en la Unión Europea la tentación de otro 23-F ya estaría circulando por algunas cabezas. Y aun así no han faltado propuestas de algunos nostálgicos del ruido de sables en situación de reserva.
Las instituciones bancarias con participación pública tendrían que aceptar un grado de supervisión e incluso intervención para facilitar la inversión productiva y ecológica. Las empresas tecnológicas con prácticas anticompetitivas deberían cumplir sus responsabilidades fiscales y laborales, aunque fuese a nivel continental mediante impuestos y legislación europea. Finalmente, las empresas que coticen en bolsa deberían reservar una cuota para que representantes de los sindicatos puedan participar en su gobernanza. Es un hecho que todas estas organizaciones se opondrán a un eventual gobierno, porque poseen un alto grado de privilegio bajo el orden actual. Ninguna de estas medidas es de carácter revolucionario; pero serán tachadas de radicales igualmente. ¿Por qué no aprovechar para minar su poder e influencia? Aquellos que simpaticen con los valores generales de un acuerdo progresista y teman el ascenso de la extrema derecha, no pueden dejarse llevar por la decepción. Históricamente, victorias para la izquierda se han arrancado en condiciones de gobierno muy adversas: a líderes de derecha en busca de la paz social; a través movimientos revolucionarios pero poco democráticos; o gracias a nacionalistas antiimperialistas en el Sur Global. En todos los casos, ha habido un rico repertorio de prácticas e instituciones que han presionado para su aplicación.
¿Qué aspecto podría tener una labor legislativa para este objetivo en España? En primer lugar, eliminar la legislación más restrictiva con el derecho a protesta, manifestación y libertad de expresión. Lo más elemental para tener una sociedad civil activa es no restringir su existencia mediante medios legales y represivos.
Un  aspecto importante de un programa ambicioso, que está todavía más ausente, sería limitar el poder de las instituciones que impiden una sociedad más democrática. Por ejemplo, las escuelas concertadas deberían desaparecer gradualmente, ya que distorsionan la igualdad de clase que debe proporcionar la educación financiada por el Estado. Igualmente, los grupos de comunicación no deberían acumular tanta cuota de mercado ni tampoco ser dependientes de fondos de inversión y otras empresas, ya sea por deudas o acciones.
Ante esta situación que se nos presenta para la segunda semana de enero de 2020, espero que lleguemos a “Buen Puerto” y tengamos un gobierno de izquierdas constituido en esta “Piel de toro”, a pesar de las “zancadillas que nos hacen los poderes facticos.

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