sábado, 29 de octubre de 2011

Casi cinco millones


En España hay casi cinco millones de desempleados. En concreto, 4.978.300 personas estaban sin trabajo al finalizar septiembre, según los datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Además, los hogares con todos sus miembros en paro  aumentaron en 57.700 en el tercer trimestre de 2011, un 4,2% más respecto al trimestre anterior, hasta situarse en 1.425.200. Dada la complicada situación social, ¿por qué en España no hay una reacción revulsiva de la sociedad como ha sucedido en países como Grecia?:
Los principales motivos que apuntan los expertos son la red de apoyo social con la que cuenta nuestro país, la solidaridad familiar que impera y la economía sumergida. En España tenemos una solidez en las medidas de ayuda a personas sin empleo o con recursos limitados mayor que en otros Estados, como Grecia, además de un importante respaldo familiar. Además, es una tarea "muy complicada" lograr que las personas en desempleo se movilicen. Están fuera de un lugar de trabajo, no les llegan las reivindicaciones de los sindicatos y existe cierto temor a que lo que venga sea aún peor, que no haya una reacción explosiva no significa que la sociedad esté dormida, una opinión compartida por los sindicatos y que estos justifican en la huelga general del año pasado. El desencanto con la clase política y el escepticismo sobre la posibilidad de que la situación mejore también explica esa cierta apatía de la población. Los partidos de izquierda están desbordados con esta situación y los sindicatos están ahora mismo en un momento de retroceso, además, la economía sumergida que exista en torno a las cifras de desempleo es otro de los motivos fundamentales que explican la ausencia de respuesta de la sociedad. Según el último estudio de la Fundación de Cajas de Ahorros (FUNCAS), la economía sumergida en España representó el 23,7% del Producto Interior Bruto (PIB) entre 2005 y 2008. La responsabilidad de los partidos políticos y sindicatos de falta de "coraje cívico". Ninguno de ellos está a la altura de la circunstancias, Al final, entramos en un círculo vicioso, en el que las organizaciones sindicales no son audaces y se quejan porque la población no les respalda. Pero a su vez, las personas no les siguen porque no son audaces

José María Domínguez


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