martes, 1 de noviembre de 2011

CRISIS ECONÓMICA Y HEGEMONIA DEL CAPITALISMO ALEMAN (i)





Para entender la crisis actual hay que remitirse al pasado. Hoy día nos vuelven a hablar del fetiche de la austeridad, aunque este término tiene además una losa  como es el problema de la deuda. Sin embargo, nos olvidamos de un hecho fundamental: hoy tanto como ayer, la salida se pretende hacerla sobre la espalda del movimiento obrero y de sus aliados.
En la década de los 80 del siglo pasado los eurocomunistas (Belinguer, Marchais y Carrillo) aceptaron apretarse el cinturón, ser austeros. A su vez, el canciller socialdemócrata alemán Scmit nos dijo que  “los sacrificios de hoy serían pan para mañana”. Política que llevaron a grandes sacrificios al movimiento obrero y que sirvieron para que desde la década de los años 80 aquél perdiera nivel de vida y no lo volviera a recuperar, abriéndose una brecha profunda entre la renta salarial y la renta de los beneficios.
Pero aún así el capitalismo saldría de la crisis. Y el capitalismo alemán iniciaría un nuevo período. ¿Y el movimiento obrero?, ¿y sus aliados?. Hay que distinguir dos períodos: el fordista y el que se instaura a raíz de la  “derrota del estalinismo”. En el período fordista, continuó existiendo las ventajas del  “pacto keynesiano”, aunque ya se atisbaba las políticas monetaristas. Hay que tener en cuenta que el paro, desde la crisis de los años 70 (crisis del petróleo) no llegó a bajar. Y es que a partir de esta década comienza a producirse un cambio en la relación de fuerzas en detrimento de los asalariados, y esto se produce en medio  de la coalición social- liberal [SPD/FDP]. Aunque en los años 80 los sindicatos realizaron un fuerte lucha por la reducción del tiempo de trabajo [35 horas], dicha lucha se ganó al precio de aceptar por primera vez la  flexibilización del trabajo.

La derrota del estalinismo


La perestroika inició el camino. Los movimientos de masas, en el bloque estalinista, reivindican  “democracia obrera” (ninguno de ellos pidió, en un primer momento la restauración capitalista). Pero el estalinismo no podía tener salida desde  “arriba”. El mismo movimiento Solidaridad supuso un enfrentamiento al sistema (luego su ala derechista- Walesa- sería el soporte de la restauración basada en los programas de ajuste neoliberal). Pero en la década de los 80 ningún movimiento social- enfrentado al estalinismo- pidió la restauración capitalista.
Mientras tanto, ¿cuál era la estrategia del capitalismo? El capitalismo internacional (FMI) tuvo una estrategia concreta para acabar con la economía planificada: la  terapia de choque. Dicha terapia sólo tenía un objetivo que no era otro que  “la transferencia de las empresas públicas a manos privadas”. En última instancia, transferir la propiedad estatal de los medios de producción a propiedad privada. Dicha política conllevaba un ataque frontal al  movimiento obrero: “Los salarios reales en Polonia disminuyeron un 33’6 por 100 entre principios de 1990 y finales de 1992. En Checoslovaquia, en el mismo período, descendieron en un 21’5 por 100 y en Hungría cerca de un 14 por 100. En todos los casos, los descensos fueron más agudos en la primera fase crucial de la depresión. The Economist advirtió que tras seis meses de terapia de choque en Rusia, los salarios reales, habían descendido sólo un 40 por 100 del promedio vigente en 1991” [Peter Gowan,  La apuesta por la globalización]
En Rusia, mientras tanto, la lucha entre el reformismo y las fuerzas retauracionistas iba a ser ganada por estas. Con la salvedad de que el capitalismo ruso se estaba convirtiendo en algo peligroso al realizar  una  “acumulación de capital” de tipo mafioso: “ Aquí el capitalismo es totalmente criminal. La mafia roba al Estado y envía su botín al extranjero. En otras palabras, no cumplen ninguna de las funciones productivas de los empresarios de otros países capitalistas “normales”, incluyendo Italia/  Elementos criminales sacan del país grandes cantidades de petróleo y minerales de contrabando. Según algunas estimaciones, con los bienes y el capital enviados al extranjero en los últimos cinco años se podría pagar la totalidad de la deuda externa. Estamos hablando de cantidades realmente asombrosas de dinero que buena medida se blanquea a través de los bancos: según algunas estimaciones, unos 14.000 millones de dólares en 1992 y unos 17.000 en 1993” [Ted Grant, Rusia. De la revolución a la contrarrevolución]

La Anexión de la RDA


Lo que no consiguió durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania lo iba a conseguir con la derrota del estalinismo. Ya durante las guerras en la ex Yugoslavia Alemania expande su influencia. Tanto en Croacia como en Eslovenia  comienza a circular el  “marco” alemán como moneda. Pero sería sobre todo con la anexión de la ex RDA como Alemania expande su influencia.
Después de la caída del Muro de Berlín, el 17 de noviembre de 1989, Hans Modrow (jefe de gobierno de la RDA) proponea al gobierno federal la creación de una comunidad contractual interalemana. El mismo mes el canciller alemán Helmunt Kohl presentó un progrma de diez puntos para terminar con la  “división alemana”. A partir de este programa el deseo confederal de ambos países debería conducir a la  “organización federal de toda Alemania”.
Las cosas van a cambiar muy pronto. Ya que el CDU/CSU presionó para que se constituyera un partido conservador en la RDA  al que van a denominar “la Alianza para Alemania”. Por otra parte el 6 de febrero de 1990, Helmun Col anunció la supresión del  marco- este en la Alemania del Este y su sustitución por el deutsche mark lo que suponía la “unión económica y monetaria con la RDA”.
Dicha unión conllevó la apertura de la economía al mercado mundial. Pero al mismo tiempo, en mayo de 1990 se produce un hecho radical en la RDA: el triunfo de un partido conservador. Lothar de Maizière se convierte en el nuevo jefe de gobierno de la RDA, siendo al mismo tiempo presidente del CDU-Este. Por primera vez un partido conservador (el partido hermano del CDU) tomas las riendas del poder en la RDA, con lo que las decisiones políticas fueron más fáciles. Una de las primeras fue el de la convertibilidad de la moneda que se tomó rápidamente.
Pero el eje fundamental de la anexión se resumen en la apropiación por parte de la Alemania Federal de la propiedad estatal por lo que a partir de aquí: “el territorio de la ex República Democrático alemana se convirtió en el “mezzogiorno” de la nueva Alemania
Se crea una nueva institución para llevar a cabo dicha apropiación. La Treurhandnastalt (THA) es la encargada de privatizar y reestructurar el conjunto del  “patrimonio del pueblo” de la RDA, lo que había de permitir la restauración del capitalismo en la Alemania del Este. Esto sólo iba a ser posible mediante la desindustrialización de toda Alemania del Este. La nueva ley que lleva a cabo esto, gracias al triunfo conservador en Alemania del Este supone: 1)la privatización completa; 2) la restructuración para reforzar la eficacia y la competitividad de las empresas y 3) el cierre y la recuperación de los bienes de las empresas que no podían ser reestructuradas.
En octubre de 1990, siguiendo estas líneas entra en vigor el Tratado de unificación de las dos Repúblicas. Cinismo (capitalista) para esconder la verdadera realidad:  “La privatización del conjunto de la economía de Alemania del Este aportó 39’9 mil millones de marcos a la THA...Un pasivo que posee la política de privatizaciones: vender a cualquier precio. Para alcanzar dicho objetivo todos los medios eran buenos: venta a un precio ampliamente inferior al valor real, es decir una suma simbólica, ayuda otorgadas a los inversores privados, etc.” En última instancia se trató de una verdadera política de colonización económica y política que permitió apropiarse casi del 96% del tejido industrial y que permitió que Alemania del Este se transformara en una  “economía dependiente” y, por tanto, quedara como la periferia del capitalismo alemán.
Nuevas relaciones de explotación [capitalista] han aparecido en Alemania del Este con la aparición de nuevos modelos en el mercado de trabajo: un recurso corriente a la subcontratación ha supuesto la bajada de los salarios y la deteriorización de las condiciones de trabajo: se produce una tercerización de la economía de Alemania del Este. Y en dicha condiciones que le permiten tener una mano de obra barata a las puertas de su economía, Alemania emprende el camino de la recuperación en la víspera de la llegada del Euro.

Bibliografía

Peter Gowan, La apuesta por la globalización, Akal, Barcelona 1999
Ted Grant,  Rusia. De la revolución a la contrarrevolución, FFE, Madrid, 1997
Fritz Vilmar, Gislaine Guittard, La fache cachée de l’unification allemande,
                                                     Editions de l'atelier, Paris 1999

Javier Méndez-Vigo

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